Es una realidad lamentable: los canales de riego que atraviesan la ciudad ofrecen postales dignas de una película de ciencia ficción. Un escenario de abandono, de basura y botellas plásticas que se van amontonando, hasta algún animal muerto que es arrastrado por el agua. De a poco, los canales se van convirtiendo en un gran conductor de mugre y residuos que algunos vecinos arrojan con total desaprensión.

La imagen fue tomada por una vecina de la ciudad, que la subió a sus redes sociales y rápidamente se viralizó. Corresponde al canalito que corre entre Cuba y Paraná, donde hay un puente que divide las 250 Viviendas de las 186.

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Es solo una parte de lo que se puede encontrar en estos cursos de agua, que se construyeron con tanto esfuerzo y que además cuesta mucho mantener. Los consorcios de regantes pueden dar fe de la variedad de elementos desechados que se pueden encontrar allí: desde colchones a termotanques; de neumáticos a carcazas de heladera, bolsas de basura doméstica, pañales descartables y centenares, miles de botellas de plástico que nos señalan que por allí pasaron humanos de la “civilización”.

¿Cuánta basura pueden soportar estos canales? Hasta que se conforma un endicamiento, el agua no puede circular con normalidad, y entonces rebalsa inundando todo lo que tiene alrededor. Allí es cuando despierta la ira de otros vecinos que, quizás, sin comerla ni beberla tienen asociado un nuevo problema. Además de las plagas, los insectos y los roedores.

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Sería bueno que antes de tirar algo al canal pensemos que nos estamos perjudicando a nosotros mismos. Porque en la naturaleza, lo que va siempre vuelve.