Cuando el primero de septiembre de 1879 el coronel Lorenzo Vinter resolvió la instalación del fuerte y el pueblo de General Roca, no tenía la menor idea del régimen que afectaba al río Negro. El “Curú Leuvú” de los mapuches corría impetuoso unos kilómetros más al sur, pero nada le hacía temer por la seguridad de los pobladores. Dos décadas después, una gran crecida – de las más importantes que se tenga memoria -, arrasó con el primer emplazamiento de la ciudad y obligó a la mudanza a la actual ubicación.

El “Pueblo Viejo” estaba ubicado en el sector donde hoy se encuentra el barrio Stefenelli. Allí, el cura salesiano había levantado una parroquia y un colegio. La situación venía complicada ya para comienzos de junio de 1899: el presidente Julio Roca viajaba en el tren con la intención de inaugurar la llegada de las vías a la región, pero la amenaza de las aguas lo hizo detenerse a la altura de Chelforó.

En sus memorias, el padre Alejandro Stefenelli contó que el 18 de julio decidió hacer una recorrida a caballo hasta las nacientes del río, allí donde el Limay y el Neuquén se juntan. Lo que vio lo hizo regresar a todo galope para advertir a su gente. Las aguas bajaban tempestuosas e inundaban todo el valle. Era imprescindible evacuar a todos los pobladores.

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“Al alba del 19 contemplábamos desde nuestras bardas, el mar de aguas turbulentas que se extendía por todo el ancho del valle, de sierra a sierra; sólo sobresalían en el medio las cimeras de los altos sauces y álamos de las orillas del río. El pueblo se había sumergido y muchas casas habían desaparecido”, anotó el cura.

Dos días después, el 21 de julio, el río inundó la capital del Territorio. Viedma quedó bajo las aguas, muchos edificios quedaron destruidos y las autoridades se trasladaron a Choele Choel, ubicada en una zona de bardas altas.

En su edición del 28 de julio, el diario La Nación señalaba: “La ruina del pueblo (General Roca) se consumó en tres horas. La inundación dominó una lomita de 4 a 5 metros de altura, único pliegue del terreno que defiende a Roca por oeste, y venciendo este obstáculo, las aguas rodaron como una cascada sobre la población, arrollándolo todo”.

El coronel Jorge Rohde, jefe de la guarnición militar, resolvió trasladar el poblado a una zona más alta, alrededor de las vías férreas, que es donde se encuentre el actual casco céntrico. Stefenelli renegó de aquel traslado y advirtió sobre los problemas que habría para la provisión de agua.

El traslado se materializó algunas semanas después: un censo realizado en el momento contabilizó 83 casas de material; 37 “casas de fierro” y 88 de barro. En esas 208 viviendas, vivían precariamente 1.014 personas: 694 adultos y 320 menores.

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No había registros sobre el torrente que escurrió a lo largo del río Negro, aunque por sus consecuencias se la considera una de las más grandes de la historia conocida de la región. En 1972 se produjo una crecida similar que fue amortiguada por el complejo de represas El Chocón – Cerros Colorados.

En 2006, Cerros Colorados logró controlar un caudal de 8.000 m3/segundo que traía el Neuquén y que, de no haber existido, habría tenido consecuencias escalofriantes sobre las localidades ubicadas a lo largo del valle. El mes pasado, 7.500 m3/segundo ingresaron a los embalses Mari Menuco y Barriales. Después de 15 años de sequía, no tuvieron mayores problemas en absorber gran parte de las aguas.