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A un año del homicidio de Carlos Curruqueo, cómo sigue la causa

A un año del homicidio de Carlos Curruqueo, cómo sigue la causa
A un año del homicidio de Carlos Curruqueo, cómo sigue la causa:

“Corazón, no te apresures con la comida. Voy a estar llegando a las once, once y media”. Fueron las últimas palabras que Andrea Leal le escuchó decir a su pareja, Carlos Curruqueo, aquella tarde de octubre del año pasado. El hombre salió de su domicilio en Roca. Tenía pensado hacer algunas diligencias y resolver un tema que tenía pendiente: hacerse una escapada hasta Cipolletti para cobrarle a su amigo Luis Jiménez lo que le debía por una camioneta Toyota.

No se trataba de una suma menor: 1,8 millones de pesos y el hombre le estaba dando vueltas de hacía un tiempo. Con el paso de las horas, la preocupación se fue transformando en desesperación: Curruqueo no contestaba las llamadas; los mensajes no eran leídos; no llegaba. No llegó nunca. Al día siguiente, 15 de octubre, Leal radicó la denuncia. El cuerpo fue encontrado tres meses después, con cuatro disparos en la cabeza, envuelto en una manta, dentro de la Kangoo. Que había sido enterrada en una chacra de María Elvira, ahí en el límite con Fernández Oro.

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Curruqueo se había radicado en Roca en 2019 y se dedicaba al negocio de la compra venta de vehículos. Tenía un talento natural para ubicar un auto que podía adquirir por un buen precio; encarar las reparaciones necesarias y esperar el momento de venderlo.

Llegaba desde Santa Rosa, la capital pampeana, donde sigue viviendo el resto de los hermanos. Y se encontraba en pleno proceso de recuperación de sus raíces mapuches. Por un lado, poseía una habilidad especial con las manos y era un reconocido “huesero”. Por otro, estaba preparándose para convertirse en el sucesor de una “machi” de Bariloche: en la cosmovisión mapuche, es un intermediario entre el plano espiritual y el mundo humano, que puede sanar a la persona enferma.

Pero ese último día, Curruqueo tenía su cabeza concentrada en un mundo más terrenal. Viajó hasta la casa de Jiménez, quien le pidió que se encontraran después de las 23 porque tenía que terminar un trabajo. El comerciante no sospechó nada. Al fin y al cabo, eran amigos. Habían compartido cenas con sus parejas, largas charlas y más de una fiesta familiar. La pista del utilitario que manejaba se pierde cuando entraba a la chacra.

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Según la hipótesis del fiscal, Jiménez lo atendió en el patio y allí le disparó en cuatro oportunidades. Luego enterró el cuerpo con camioneta y todo en la chacra contigua.

Jiménez, peón rural, hombre de campo y organizador de jineteadas, permanece con prisión preventiva desde marzo pasado. La etapa de instrucción está por finalizar y solo resta la audiencia de control de cargos para avanzar hacia el juicio. Que seguramente se realizará durante el año que viene.

 

Gentileza anr

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