La justicia penal aceptó el pedido de la fiscalía y de la querella y resolvió reforzar la imputación contra Luis Jiménez, acusado de asesinar al comerciante roquense Carlos Curruqueo en octubre del año pasado. La causa se califica ahora como homicidio doblemente agravado por codicia y por el uso de arma de fuego, en concurso ideal con portación de arma de fuego.

Para estos casos, el Código Penal argentino establece una única pena: prisión perpetua. Por consiguiente, el hecho deberá ser sometido a un jurado popular, que será en definitiva el que definirá la situación del imputado.

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El abogado que representa a los hermanos de la víctima, Leonel Herrera Montovio, precisó que el 14 de octubre del año pasado Jiménez había convocado a Curruqueo a su propiedad de María Elvira con la escusa de pagarle una deuda que había surgido luego de la compra de una camioneta Toyota. Una deuda que inicialmente llegaba a los dos millones de pesos.

Hasta ese lugar, limítrofe entre Cipolletti y Fernández Oro, llegó el comerciante, que había viajado especialmente por ese compromiso.  A las 22.13 de ese día, Jiménez recibió al comerciante y le habría efectuado cuatro disparos en la cabeza con un arma calibre 22, “provocándole lesiones encefálicas de ocasionaron la muerte”, precisó Herrera. Para el letrado, la actitud se realizó sin previo aviso y “por codicia”.

Después de los disparos, el asesino “enterró el cuerpo en chacra” lindera, propiedad de la familia Zoppi, junto con el vehículo utilitario con que viajaba la víctima. Por tal razón “Curruqueo permaneció desparecido durante 100 días”, hasta que fue descubierto “por un trabajador rural que pasaba por el lugar”.

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La querella requirió que se encuadre el hecho según lo dispuesto en el artículo 80, inciso 4, del Código Penal: se impondrá reclusión o prisión perpetua al que matare “por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión”.

Para Herrera, está suficientemente comprobado que Jiménez actuó motivado por la codicia, en el sentido de no entregar el dinero pactado ni devolver la camioneta que se había comprometido a pagar.