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Aumenta la demanda de alimentos en los barrios de la ciudad

Aumenta la demanda de alimentos en los barrios de la ciudad:

La inflación es una realidad cotidiana que se vive cada vez con mayor angustia. La cantidad de familias que no alcanzan a cubrir el costo de una canasta básica de alimentos está creciendo a diario. Se advierte en el aumento de la demanda hacia los distintos organismos del Estado y hacia las organizaciones sociales que organizan comederos y merenderos en los distintos barrios. El coordinador del ministerio de Desarrollo Humano y Articulación Solidaria en General Roca, Jorge Farid, advirtió que los listados se incrementaron en un 50 % en los últimos meses.

Desde la organización Barrios de Pie, que afirma estar presente en ocho barrios de la ciudad, tienen un panorama similar: “la situación se está transformando en angustiante. Aunque nunca paró la demanda, porque durante la pandemia también hubo reclamos. Pero ahora estamos complicados”, apuntó Raúl Fernández.

En la delegación roquense del ministerio la mayor demanda es la de módulos de alimentos. “Todos los días viene gente por ayuda; tratamos de contener lo más que podemos. Estamos entregando un módulo de alimento que incluye 11 productos, todos alimentos secos. Leche, fideos, arvejas, lentejas, yerba. Eso, dependiendo de la integración familiar, debería durar unos 20 días. En promedio, se asiste a unas 800 familias por mes”, puntualizó.

La entrega de alimentos no es la única ayuda social directa: durante la pandemia se habilitó la tarjeta Nutre, que reemplazaba el funcionamiento de los comedores escolares que no podían funcionar. Ese programa sigue activo,distribuyendo entre 3.000 y 9.000 pesos mensuales para la compra exclusivamente de alimentos.

También están en funcionamiento el programa Peñí, dirigido a menores de 6 años y embarazadas que se encuentren en situación de vulnerabilidad y no cuenten con obra social. Permite la compra de alimentos protectores (leche, quesos, carnes, frutas y verduras), con el objetivo de facilitar la recuperación de la población con déficit nutricional.

El programa “Pasar”, en tanto, está destinado a personas con tuberculosis activa, que presenten necesidades básicas insatisfechas, y estén asentadas en el registro provincial de pacientes con TBC.

Y el programa Celíacos está destinado a personas celíacas con ingresos por debajo de las necesidades básicas insatisfechas, que estén asentados en el Registro Provincial y no cuenten con obra social.

Desde Desarrollo Humano se canaliza alguna asistencia hacia las organizaciones sociales que trabajan con comedores y merenderos en los barrios. Desde la delegación se les pide un informe mensual de la cantidad de asistidos “como una forma de controlar que realmente tengan la cantidad de asistentes y que no se repitan los mismos números con otras organizaciones”, apuntó Farid.

También se registro un incremento en la cantidad de subsidios sociales: los afectados deben completar la solicitud y después una asistente social realiza un diagnóstico socio ambiental para corrobar la información. “Las urgencias de la gente están pasando por la comida”, apuntó el responsaable de la delegación.

En los diferentes barrios, las organizaciones sociales intentan brindar una solución con la colaboración de los propios vecinos. “Esto, sin el trabajo de las mujeres que están en cada comedor, en cada merendero, sería imposible” explicó el referente de Barrios de Pie, Raúl Fernández. Este sector está desarrollando actividades comunitarias en los barrios Quinta 25 (La Renjuntadita); Aeroclub (La Esperanza); Barrio Nuevo (Lihuen 1 y 2); Tiro Federal (Rinconcito de Luz); Mosconi (Tu felicitad es la mía), y Fiske Menuco (Esperanzas de un niño). En total llegan a 500 familias, aproximadamente. “Nos arreglamos un poco con la asistencia que da el Municipio, y otro poco con lo que podemos recolectar de donaciones y otras ayudas”, apuntó Fernández.

Junto a la organización “La Marea Feminismo Popular y Diversidad”, el grupo asiste en el centro a las trabajadoras sexuales, lava coches y gente situación de calle.

“En total trabajamos con unas 500 personas que van dando vueltas en los diferentes barrios, que vienen por la comida o la leche. Ahora podemos hacer alguna actividad con los chicos y contenemos un poco más. Damos clases de apoyo, juegos recreativos. Algunas familias están muy dispersas, atomizadas, o solo tienen a la mamá como jefa de hogar. Es una situación compleja”, puntualizó.

Gentileza anr

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