En esta Argentina, con niveles de inflación alarmantes, la ayuda que llega tarde se escurre entre las manos de los más vulnerables.

Y si esos aportes arrastran una historia con más marketing que impacto positivo real, peores son las consecuencias de esos “beneficios” sociales.

El municipio de Roca se encamina a pagar las becas a estudiantes de los niveles primarios y secundarios recién en agosto.

La semana pasada recién se abrió el plazo para impugnaciones, que concluirá este martes. Luego llegará el tiempo de análisis para esas eventuales objeciones, para pasar después a la confección de los listados definitivos. En pleno período de vacaciones, el acto de entregas simbólicas recién podría programarse para la última semana de julio, con las transferencias efectivas unos días después, ya con el octavo mes del año encima.

La demora no contrasta mucho con las anteriores fechas de pago de la actual gestión. El año pasado se inició el cronograma el 14 de junio. Y en el 2020, en plena pandemia, las 2.722 becas llegaron entre el 23 y el 31 de julio.

Pero sí es notoria la diferencia con las experiencias que hubo del 2013 al 2019.

Tal cual surge de los registros que contiene la web oficial del municipio, durante esos ocho años los aportes para alumnos de escuelas y colegios siempre se entregaron en abril.

¿Una señal sobre el estado de las finanzas municipales?

Si la respuesta se orienta hacia ese lado, hay razones para preocuparse por el estado general de las cuentas públicas, porque la suma a reunir para cumplir con esta política que se implementa desde el 2004 no es significativa dentro del Presupuesto del Estado local.

El año pasado la inversión total fue de $ 10.908.400, es decir, un 0,5% de los $2.089.155.702 estimados inicialmente como total de recursos a recibir en el ejercicio.

En el 2020 las becas demandaron $ 7.356.900, un 0,44% de los ingresos planificados para todo ese año.

Esos números abren paso al otro análisis alrededor de las becas que paga el municipio roquense.

Está claro que cualquier ayuda suma para las familias con menos ingresos, pero el impacto del aporte municipal es cada vez menos significativo dentro de una economía afectada por la inflación.

El año pasado los montos asignados fueron de 3.200 pesos anuales para los estudiantes de Nivel Primario y de 3.400 pesos para quienes cursan el Nivel Medio.

En el 2020 esas sumas habían sido de 2.500 y 2.700 pesos, respectivamente.

Las comparaciones son odiosas, pero sirven para darle contexto a los datos.

El IUPA paga este año a 402 estudiantes una beca mensual de 4.000 pesos, de abril a diciembre. El año pasado fueron 1.000 pesos menos mensuales.

Las cifras permiten concluir que el presupuesto para becas de ayuda económica fue prácticamente el mismo en el 2021 para ambas instituciones del Estado, pero el mecanismo de distribución fue bien diferente.

La universidad de arte optó por un acompañamiento durante todo el ciclo lectivo a un grupo más reducido de estudiantes y el municipio desarrolla una política más masiva, pero de mucho menor impacto en los bolsillos de los asistidos.

Por eso es que se promociona tanto, desde el 2004 a esta parte, la cantidad de becados por el gobierno local, dejando en segundo plano el monto que les entregan.

El problema es que este año los tiempos y el clima social no favorecen ni siquiera esa estrategia.

Una beca de alrededor de 4.000 pesos, por única vez, alcanza apenas para cubrir unos seis meses de viajes estudiantiles en colectivos urbanos (el pasaje ida y vuelta cuesta $ 30 diarios). Y si la plata llega en agosto, cerca de otro probable aumento de tarifas, la incidencia efectiva será mucho menor.