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Calidad artesanal y excelencia: crece la vitivinicultura en Río Negro

Calidad artesanal y excelencia: crece la vitivinicultura en Río Negro:

Hay buenas expectativas para la temporada 2023 en la vitivinicultura rionegrina. Según los especialistas, la calidad de la producción de uva se mantiene en un nivel alto; y en cantidad será muy similar a la de la temporada anterior. Es por esto que desde el equipo del Ministerio de Producción se apunta a consolidar mercados y renovar compromisos con los ya adquiridos.

Marcelo Miras, director de Vitivinicultura de la provincia, resaltó que “más allá de algunos factores climáticos adversos, como heladas tardías o granizo, no vemos por el momento afectada la producción. Viene muy bien, hubo una muy buena floración. La expectativa es que vamos a tener muy buena cosecha, en calidad y en cantidad va a ser muy parecida”.

La presencia de los vinos rionegrinos en los mercados y en los grandes eventos viene siendo significativa y lo que se destaca es que ya no es un hecho aislado. No se trata de un solo actor sino de varias bodegas trabajando simultáneamente, en un compromiso que se ha mantenido en el tiempo.

Y eso, expresan los productores, se ha logrado con un modelo descentralizado muy diferente del que se lleva adelante en otras provincias. Miras acota que, si bien se apunta a consolidar a la Región Patagónica como imagen, en la realidad “es inevitable que salgan algunas diferencias. Río Negro logró consolidar una vitivinicultura centenaria con menor volumen, buena calidad y obteniendo muy buenos precios a nivel de exportaciones”. Precisó que “esa es la pequeña ventaja competitiva de nuestra producción”.

Créditos a tasa subsidiada

El Estado provincial contribuye a través de Río Negro Fiduciaria, financiando programas para compra de insumos, renovación de viñedos e incorporación de tecnología. Estas líneas de crédito tienen una tasa subsidiada que llega en algunos casos al 14 % final, con un período de gracia. “Es una manera de apoyar la actividad”, puntualizó el funcionario.

Miras, también productor y bodeguero, explicó que la evolución de Río Negro ha pasado por el equilibrio entre viñedos con pureza varietal, varietales bien definidos, y la incorporación de nuevas plantaciones. Definiciones adecuadas a las características agro ecológicas de la región, cepas tradicionales, tecnología y técnicas. Esos han sido la base para el crecimiento de la actividad.

Y la regla es que con buenos viñedos se obtienen buenos vinos. “Tener buena materia prima, condiciones adecuadas, incorporar tecnologías, permite tener mejores vinos, sin dudas. Y de a poco se va incorporando tecnología. Tanques acero inoxidable, despalilladoras, equipos de frío. Si se lo sumamos a varietales puros, adaptados a nuestra región; la calidad de uva; un estado sanitario muy bueno, tenemos una región privilegiada”, puntualizó.

Las cepas emblemáticas

Para el funcionario, las dos cepas más características de la provincia son el Pinot Noir y el Merlot, dos especies que se han adaptado muy bien a las condiciones climáticas.  El Pinot “se comenzó a trabajar recién en los ‘90. En conjunto con el INTA se seleccionaron los viñedos y los clones que daban mejor calidad y se empezaron a producir vinos del varietal muy buenos. En un caso, desde Mainqué, se utilizaron viejos viñedos de buena calidad. Otros utilizaron selecciones clonales”. Y recordó que un Pinot Noir de la bodega Chacra obtuvo 100 puntos (el máximo posible), en un concurso internacional de vinos.

La otra variedad característica es el Merlot, que ha tenido “mala prensa” a nivel mundial pero sin tener en cuenta que los grandes vinos franceses lo tienen como uno de sus protagonistas.

El efecto Pandemia

De acuerdo al Código Alimentario Argentino, el vino es un alimento y como tal, ni siquiera la pandemia de Coronavirus pudo frenar su actividad. El 20 de marzo pasado, cuando se definió el Aislamiento Obligatorio con la única excepción de las actividades esenciales, la vitivinicultura pudo continuar funcionando. Ya se había levantado más del 70 % de la cosecha y la elaboración prosiguió.

Lo más difícil fue la comercialización. “Algunas bodegas que tenían un circuito de ventas a través de supermercados no tuvieron problemas. Otras, que vendían a través de restaurantes y vinerías más chicas, tuvieron que adaptarse y buscar alternativas”, explicó Mirás.

Por otro lado, en el primer momento de la pandemia las ventas se retrajeron pero luego, cuando la gente se fue dando cuenta de que tenía más tiempo para disfrutar, fue descubriendo el vino y su mundo de sabores.

Gentileza anr

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