Las condiciones climáticas hicieron que los grandes centros urbanos del país tuvieran una menor demanda eléctrica, razón por la cual la generación hidroeléctrica disminuyó drásticamente. Y con ello, los caudales de los ríos de la región. En la actualidad, el Negro transporta apenas un tercio del caudal que llevaba hace apenas un mes atrás.

A mediados de mayo, cuando una ola de aire polar invadió el centro y este del país, hubo un pico de demanda y el “sistema Comahue” generó a pleno. Por eso, desde el río Limay se erogaban hasta 900 m3/seg; y desde el Neuquén bajaban unos 200 m3/seg. Por el río Negro fluían unos 1.100 m3/seg.

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La situación había puesto en estado de alerta a las poblaciones ribereñas, ya que el nivel del agua recuperaba niveles de la crecida del año anterior. Pero ahora la situación se revirtió completamente.

Por el Limay, las represas de El Chocón y Arroyito apenas dejan pasar unos 250 m3/seg; mientras que del compensador de El Chañar, sobre el Neuquén, fluyen apenas 90 m3/seg. Esto hace que el nivel del río Negro sea de unos 340 m3/seg.

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En los próximos meses, con el inicio del invierno y una mayor necesidad de energía, esa situación seguramente va a cambiar. Los embalses de las represas están en condiciones de respaldar esa demanda sin mayores contratiempos, mientras que las nevadas y lluvias de la zona cordillerana permiten mirar con cierto alivio el futuro inmediato.

Un panorama muy distinto al de dos años atrás, cuando la estadística preocupaba por la paulatina disminución de los caudales. Situación que determinó la declaración de “emergencia hídrica” para toda la cuenca.