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Chelo Candia: “No elegí el camino del arte, en realidad, nunca estuve en otro camino”

Quién no conoce al Chelo Candia. Si sos de Roca -o de alguna ciudad valletana-, seguramente te habrás cruzado con él en algún evento, habrás escuchado sobre sus hazañas culturales o quizás, sin saberlo, te cruzás a diario con alguno de sus murales que adornan la ciudad. Sin dudas, se trata de un hombre que, por su trayectoria y dedicación, merece más que una entrevista, pero aquí le ofrecemos este pequeño homenaje, un breve recorrido sobre su pasado, presente y futuro, que nos recuerda el orgullo que despierta tener a un artista de estas características en suelo rionegrino.

El reconocido dibujante, historietista, muralista, escritor y gestor cultural habló con este medio y se refirió, entre otras cosas, a sus inicios como historietista y dibujante, a su extensa trayectoria y lo que está por venir.

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-¿Cómo fueron tus inicios como historietista y dibujante? ¿Cómo fue que decidiste elegir el camino del arte?

-De muy chico dibujaba. Imitaba los dibujos animados que veía en la tele. Hijitus, el Pájaro Loco, los Picapiedras, la Pantera Rosa. Cuando aprendí a leer y escribir, comencé a “devorarme” las historietas de mi papá, revistas de la editorial Columba: El Tony, D’artagnan, Fantasía. También hacía historietas de películas que veía en el cine. Mi mamá me cosía unos papeles con su máquina de coser (no tenía ganchitos), y con ella armaba revistitas y dibujaba las películas en modo historieta. Aun tengo ejemplares de Rocky 1 y 2, Operación Dragón con Bruce Lee, el primer Hombre Araña, etc. Me gustaba mucho hacer eso. No era dibujar por dibujar. Lo que me gustaba era contar historias. Igual que hoy.

Y bueno, todo eso me divertía. Por eso lo seguí haciendo, al margen de todo lo que “tenía” que hacer. O sea, formarme. Dibujé en la primaria, en la secundaria y en la universidad (estudié Comunicación Social). Allí, entre la secu y la facu, me dí cuenta que podía invertir la ecuación. O sea, dibujar y comunicar como actividad principal, y todo lo otro al margen. 

Publiqué mi primer historieta “paga” en la revista del cura del pueblo. Luego, hice yo mismo una revista que se llamó El Sistem@, muy recordada en mi ciudad natal, Allen, a fines de los 80 y durante todos los 90. Allí di rienda suerte a toda mi pasión: historieta, humor gráfico, caricaturas, humor en las notas y entrevistas. Y funcionó. 

No elegí el camino del arte, en realidad, nunca estuve en otro camino.

Marcelo Candia nació en 1967 en Allen y llegó a Roca hace 23 años, donde vive hasta la actualidad.

Desde el 2013 desarrolla la serie Viajeros (diario Río Negro) y El Bar de la Mesa 3 (revista Maten al Mensajero). También colabora en agencias de noticias y en las revistas Devenir, Sudestada, La Correntada, La mojarra desnuda, Lilith, Chamuyando y otras.

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Ha publicado los libros de historietas La Patria También es Mujer (2010), Rigor Mortis (2010); El Bondi (2012). (Página/12 lo seleccionó como uno de los libros de historieta destacados del 2012). En 2016 editó Pow!, donde reúne sus últimos veinte años de historieta social y política.

-En varias entrevistas sostenés que entendés al arte y la militancia como dos aspectos inseparables. ¿Cómo describirías esta idea?

-Pienso que el arte es la base de todo. Como humanidad, construimos sobre el arte, nos guía el arte, somos lo que somos, en cada generación, en cada cultura, incluso, en cada década, gracias al arte. Por eso, el arte da cuenta de lo que somos. Por eso, creo, es un buen territorio para militar. Para cambiar las cosas. Hacer arte, que uno piensa, es la base de todo, entonces es una especie de militancia. Se me ocurre decirte que un niño o niña sabe muy bien esto. Lo sabe de muy pequeño. Dale un lápiz a un niño, y esperá a ver lo que hace con él. Eso es cambiar el mundo. O sea, rayar la pared. 

-¿Cuáles dirías que son tus obras más destacadas?¿Cuáles son las que más te gustan o a las que más cariño les tenés?

Dificil esa pregunta. Porque yo dibujo para el otro. Pinto para el otro. Mi obra está hecha exclusivamente para el otro. Es comunicación. Y la comunicación no existe por sí misma. Incluye al receptor, al otro. Sin el otro no es comunicación. Mi obra es así, sin el otro no tiene sentido. Entonces eso le tenés que preguntar al otro. 

Mi libro “Pow! 20 años de historieta social y política”, una antología de historietas que hice entre 1995 y 2015, puede ser quizás mi obra más destacada, ya que fue declarado de interés por el Senado de la Nación, nominado a los premios Banda Dibujada y se consigue en librerías de Bs. As., México y Chile. Entre los murales, podemos destacar “Con la tiza en el puño”, un mural que pinté por Carlos Fuentealba en San Martín de los Andes. Lo destaco porque más de una vez fue borrado y vandalizado por sobischistas, y cada vez que eso pasa, docentes me convocan para restaurarlo. Evidentemente el mural cumple su objetivo de comunicar y mantener la memoria.

-¿Quien/quienes son o fueron tus referentes en el dibujo y la historieta?

Todos los dibujantes de editorial Columbia. Esas revistas que te conté antes. Yo aprendí con ellos. Y también Alberto Breccia, Enrique Breccia, Hugo Pratt, Fontanarrosa, Caloi. 

-En un contexto donde la cultura está en crisis debido a las (no) políticas públicas y al desfinanciamiento por parte del Estado, ¿Cómo se transitan estos momentos cómo artista? ¿Qué políticas y/o acciones creés que son necesarias reforzar? 

Creo que podríamos decir que la cultura está en lucha. O en resistencia. O mejor, en efervescencia.  El desfinanciamiento por parte del Estado es una parte que revuelve todo. Pero también ese Estado abre puertas para que nuevas (¿o viejas?) voces salgan a decir cosas que pensábamos pasadas. Eso hace que “restaurar” sea esencial.  

Cuando un mural se decolora y se descascara, también se decolora y se descascara su mensaje. No pasa mucho tiempo que, al verlo abandonado, se grafitea o se le pegan afiches arriba. En definitiva, se colocan nuevos mensajes sobre él.

Por eso, si queremos mantener nuestro mensaje, hay que restaurar. Restaurar significa repintar, dar brillo, resignificar, revalorar, actualizar. Esa es mi metáfora de lo que creo que hay que hacer con nuestra vida.

¡Restaurémonos!

-En un contexto de creciente crisis económica, ¿dirías que se puede vivir del arte? 

Si. Pero se hace tan difícil como vivir del periodismo. O de la venta de pan, de carne, o de lo que sea que uno haga.

-¿Cuáles son tus proyectos a futuro, ya sea en el corto o el mediano plazo?

-Hace unas semanas gané el primer premio de la convocatoria del Fondo Editorial Rionegrino en el género Libro para Infancias y Adolescencias con mi serie de humor gráfico “Dos Mirones”. Así que pronto, esa obra será libro, a fin de año o a principios del 2025. Estos días estaré participando de ferias de libros de la zona. El sábado 5 a las 17 presentaré mi última novela literaria “De día volvemos a ser humanos”, en la Feria de Roca. Sigo haciendo “dibujo escénico” con la banda musical Magdalenas de Pez, para público infantil y familia, y con “Elamore, pintura en vivo a 4 voces”, para adultos, con escritores y actores amigos.

Mis proyectos a futuro siempre tienen que ver más o menos con lo que estoy haciendo ahora. Pintar murales, dibujar, intentar publicar libros. 

Quiero hacer una reedición de mi primer libro “Rigor Mortis”, humor gráfico sobre la muerte, que muchos me lo piden y ya está agotado. También hay una idea por parte de una editorial de Buenos Aires de reeditar “El Bondi”, una novela gráfica policial que también está agotada. 

Me gusta mucho hacer libros, tengo varios proyectos inéditos, como por ejemplo una novela gráfica completa, que se llama Nido de ratas; obtuvo primera mención en la convocatoria 2023 del Fondo Nacional de las Artes, pero lamentablemente esa convocatoria no implicó publicación. 

Quizás tenga algún proyecto más, pero, como fiel amante de la series, no quiero spoilear. Sepan disculpar.

Buenas tardes.

 


Gentileza anr
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