El homicidio a sangre fría del comerciante chino Lin Shan está poniendo a prueba las habilidades investigativas de la policía neuquina. La comunidad del país asiático es todavía minoritaria en la región, hay pocos traductores al castellano, y sus relaciones sociales siguen un patrón intra comunitario.

A pesar de esas dificultades iniciales, entre los encargados de la pesquisa crece la hipótesis de que se trató de un crimen por encargo. Según pudo saber, Shan tenía un arma en su poder con un correspondiente permiso, por lo que se supone que estaba siendo amenazado. Sin embargo, el ataque fue tan repentino que no alcanzó a reaccionar.

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De acuerdo a lo que pudieron reconstruir los integrantes de la policía científica, la víctima había salido en su auto, compró una hamburguesa y estaba disponiéndose a almorzar en su propio vehículo, un Honda CR-V. Estacionó en Los Loros y Lago Viedma, a poca distancia del supermercado que manejaba, Long Self.

Estaba revisando su celular y leyendo algunos mensajes cuando apareció el sicario. Le disparó a 30 centímetros de distancia con una pistola 9 mm; no le dio ninguna oportunidad de defensa. El asesino se retiró de la escena caminando, hasta el automovil que habria dejado en las proximidades. Y se sumergió en la inmensa maraña del oeste neuquino.

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Todo indica que se trató de un crimen planificado: el “killer” fue directamente a matar. No cruzaron palabra (el vidrio estaba levantado), cuando apuntó y con toda la frialdad del mundo lo ejecutó. No se trató de un intento de robo frustrado. Ni una discusión que terminó de mal modo. Todavía tiene que declarar la esposa del comerciante, aunque no se cree que pueda aclarar demasiado en esta situación.

La hipótesis marca la presencia de una “mafia china”, tantas veces denunciada pero tan difícil de demostrar.