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De Roca a Cosquín y Laborde: “El folklore es como mi familia y el malambo es mi danza”

Luciano Sepúlveda es un jóven de 25 años, tiene cinco hermanos, es oriundo de Bariloche y actualmente estudia danzas folklóricas en el Instituto Patagónico de las Artes, de Roca. Tuvo la oportunidad de bailar malambo nada menos que en escenarios del Cosquín y Laborde y, en diálogo con este medio contó, entre otras cosas, cómo fueron estas enriquecedoras experiencias.

A la danza la lleva en la sangre, es una cuestión de familia. Ya desde chico, los escenarios le llamaban la atención: “arranqué desde los tres años más o menos. Mis hermanos más grandes bailaban en la peña, sonaba malambo, ellos terminaban su show y yo me subía al escenario a zapatear y después me volvía a tomar la teta”.

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Con el paso de los años,la pasión por la danza se fue arraigando cada vez más y Luciano tomó una importante decisión en su vida. En 2018 se vino a vivir a Roca para comenzar a estudiar danzas folklóricas.

Antes de dar el gran salto a Cosquín y a Laborde, participó en varias competencias regionales y nacionales. “Desde los ocho años ya empecé a competir, arranqué en pareja tradicional y después ya empecé a practicar para malambo, en la categoría infantil y posteriormente en la juvenil. Ahí conocí el festival de Neuquén, el de Godoy, el festival del Candil y Santa Cruz y Santiago del Estero”, contó.

En 2018 pudo vivir una de las experiencias más grandes de su vida en el mundo de la danza. Viajó en el 2018 a competir a Laborde, y volvería a repetir la experiencia en el 2022. “Me tocó ir por Río Negro y conocí el festival, desde cómo se forma, cómo son los otros participantes, cómo viene cada uno preparado. También son otra cosa las horas de viaje, una cosa es viajar de la misma provincia de Córdoba a Laborde, nosotros en ese momento teníamos que viajar de Bariloche a Córdoba, y hay gente que venía de Chubut, Santa Cruz, Tierra del Fuego”, detalló.

En cuanto al financiamiento, contó que parte del dinero necesario para solventar los gastos del viaje fue otorgado por la provincia, y otra parte la consiguieron junto a sus allegados: “Con mi familia comenzamos a hacer venta de sorrentinos para generar un ingreso. La Provincia pagaba viáticos, hospedaje y el micro para ir, pero el hospedaje no era la gran cosa, era quedarse en la escuela con unos colchones, y te arreglas con la federación para comer y todo eso”.

En 2022 la vida le brindó otra gran oportunidad cuando, luego de pasar las audiciones que se realizaron en Cipolletti, fue a bailar con la delegación de Río Negro a Cosquín.

Según explicó, el malambo es un tipo de danza en que implica un trabajo de investigación histórico: “creo que hoy en día se busca más trabajar desde una idiosincrasia tuya y plasmarla en un personaje y a partir de ahí buscar cómo querés lucir tu danza, con tu contexto, con cómo sos vos. Es una preparación de todo, capaz que vos te estás preparando dos o tres años y tu rutina dura 5 minutos y si en esos 5 minutos le erraste, será el otro año, te queda ese gustito amargo pero tenés que seguir”.

Actualmente continúa con la carrera de danzas folclóricas: “Estoy tratando de terminar esta etapa formadora más profesional, sigo buscando herramienta, si bien yo estoy estudiando el profesorado en folclore, estoy haciendo el trayecto del contemporáneo para tener otras herramientas también”

“El folclore es como mi familia y el malambo es mi danza”, expresó a modo de resumen al final de la entrevista, y continuó: “El folclore fue la escuela que me formó fuera de lo académico, conocí mucha gente que me cobijó, me brindó lo que tenía y en cierta forma pude aprender y valor eso y hoy soy lo que soy gracias a eso. Y me encanta el malambo porque es el lugar que yo encontré para poder decir si me siento mal hago esto porque este es mi cable a tierra para desconectarse y poder volver a mi día a día”.


Gentileza anr
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