El tabaquismo se ha convertido en una epidemia global que cobra la vida de millones de personas cada año. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 8 millones de personas fallecen debido a enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco. Este hecho alarmante ha llevado a la instauración del Día Mundial Sin Tabaco, el 31 de mayo, con el objetivo de concientizar sobre los peligros del cigarrillo y promover acciones para dejar de fumar.

Fumar incrementa significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, respiratorias y varios tipos de cáncer, incluyendo el cáncer de pulmón, uno de los más comunes a nivel mundial. La nicotina presente en los cigarrillos es una droga altamente adictiva que desencadena procesos químicos en el cerebro, dificultando el abandono del hábito.

Según datos brindados por el Instituto de Oncología Ángel Roffo, de la Universidad de Buenos Aires, aproximadamente el 16% de las muertes en personas mayores de 35 años en Argentina están relacionadas con el consumo de tabaco. Sin embargo, además de las fatalidades, fumar puede provocar enfermedades que afectan la calidad de vida a largo plazo.

 

La inhalación constante de humo de cigarrillo estrecha los bronquios y destruye los alvéolos pulmonares, lo cual causa bronquitis crónica, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y enfisema. La EPOC es una de las principales causas de muerte a nivel global.

Además del cáncer de pulmón, el consumo de tabaco también se vincula con el desarrollo de cáncer en la laringe, faringe, boca, esófago, vejiga, riñón, páncreas, estómago, hígado, mama, útero y leucemia. Las sustancias tóxicas encontradas en los cigarrillos interactúan y afectan el ADN de las células, provocando su reproducción descontrolada y la formación de tumores cancerosos.