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Editorial: Gobiernos jóvenes y mal humor social

Nunca es buen momento para una pandemia, pero en este punto del norte de la Patagonia fue más inoportuna que en muchos otros lugares, porque ocurrió muy poco tiempo después de la asunción de nuevas autoridades municipales, provinciales y nacionales.

En ninguno de los tres escalones del Estado estaba construida una base de confianza entre gobernantes y ciudadanos. Después de las promesas en las respectivas campañas electorales, todo estaba por verse.

Y la magnitud de la crisis, con vidas humanas dependiendo de la calidad de las decisiones, redujo al mínimo el margen de error.

En otras circunstancias el nivel de tolerancia ante la inexperiencia hubiese sido más alto, pero cuando es la salud la que se encuentra en juego, la exigencia aumenta exponencialmente, con un nivel de severidad directamente proporcional en la opinión pública a la hora de evaluar las medidas adoptadas.

Tal vez ese cruce de factores sea el que explique la caída en la imagen positiva de la intendenta, María Emilia Soria, y de la gobernadora, Arabela Carreras, que terminan el 2020 por debajo del 40% de aprobación de las comunidades que dirigen.

Uno de los sondeos publicados ayer por RÍO NEGRO -realizado por la consultora Ricardo Vignoni- incluye un apartado inquietante para los jefes comunales: el 31% de los rionegrinos piensa que su municipio lo cuida “más o menos” y el 27% dice directamente que sus autoridades locales no lo cuidan. La mirada positiva ante esa pregunta está en el 29%.

Pero nadie sabe cómo hubiese gestionado la pandemia el exintendente o el exgobernador de los últimos ocho años. Es contrafactual y poco útil detenerse a comparar lo hecho en estos últimos nueve meses con lo que se imagina que podrían haber resuelto los antecesores. Y es poco útil principalmente porque ambos están corridos del territorio caliente donde se pone en juego la imagen ante los vecinos.

Ahora bien, el problema va más allá de la confianza que no pudieron generar los nuevos gobernantes.

Los sondeos de fin de año muestran escepticismo sobre toda la estructura del Estado y sus actores principales.

Eso se refleja en el 53% de rionegrinos que cree que la vacuna no influirá en la lucha contra el coronavirus (sólo el 32% cree que sí lo hará y el 15% restante dijo no saber o no quiso contestar). Y también en el 53% que ubicó como su principal miedo a atenderse en el hospital local. Es evidente que todo el reconocimiento al personal de salud por su trabajo en la pandemia no alcanza para imponerse al efecto negativo de varias decisiones del nivel jerárquico.

El 2021 llega con enormes desafíos para estos gobiernos jóvenes. La segunda ola de covid-19 parece más cerca de lo que se creía, las cuentas municipales y provinciales están estresadas y el capital político que recibieron apenas un año atrás se licúa a una velocidad inesperada.

El dato político de fin de año es que -en medio de la tormenta- Soria y Carreras caminaron juntas por dos barrios la semana pasada.

Un gesto. Nada concluyente. Pero suficiente para evitar que sus imágenes siguieran esmerilándose por disputas absurdas de un pasado al que convendría no regresar.

Por: Hugo Alonso [email protected]

(Gentileza lacomuna)

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