El 28 de julio fue la última vez que Yoselin Díaz se comunicó con su familia en Cipolletti. En ese momento se encontraba en Puerto Maldonado, una ciudad ubicada en la Amazonia peruana. Luego, y a pesar de los diversos intentos de sus tías, no hubo más contacto. Llamaron a la embajada del Perú, hicieron la denuncia en el juzgado federal, pero hasta el momento no tienen ninguna novedad.

Yoselin tiene 25 años, había terminado el colegio secundario y buscaba su propio proyecto de vida. Trabajó como ayudante en una heladería; después se desempeñó en una peluquería. Pero muchas cosas cambiaron con la muerte de su mamá, en 2019. Primero, se mudó a la casa de su tía Adriana, en las 150 viviendas de Cipolletti. Y más tarde apareció Pedro Díaz, de su misma edad, que le abrió un mundo diferente. Ya había viajado hasta México, por Brasil; hacía malabares en las esquinas para juntar unas monedas y tenía proyectos de seguir recorriendo el continente. Yoselin se enamoró y apostó a seguir el viaje.

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Los chicos salieron de Cipolletti en los primeros días de diciembre del año pasado. El primer destino fue Salta; de allí cruzaron a Bolivia, donde encontraron diversos trabajos que les permitieron sustentarse. Allí sufrieron también el primer robo; así que decidieron continuar el camino hacia Perú. Y Puerto Maldonado fue el destino elegido.

Es una ciudad importante en el sureste peruano, con unos 210.000 habitantes, una economía agropecuaria y ubicada a 1.500 kilómetros de Lima, la capital. Por algo la secretaria de la embajada en Buenos Aires le respondió que ubicarla iba a ser “como encontrar una aguja en un pajar”.

Una respuesta que suma intranquilidad a Adriana y a sus dos hermanas, que quieren a su sobrina de vuelta. “Sabemos que Perú es grande; pero queremos a Yoselin de regreso. No queremos que termine víctima de la trata de personas. No queremos que le pase lo que le pasó a las turistas francesas en Salta. Necesitamos que nos ayuden”, contó Adriana.

En Puerto Maldonado, los chicos fueron asaltados dos veces más. En el medio, la familia se enteró que la pareja se había disuelto, que Pedro decidió continuar el viaje y que Yoselin seguía en Perú. Pero después hubo otro robo, con documentos incluidos. Y la muchacha quedó incomunicada.

El 28 de julio fue el último contacto. Yoselin siempre fue criada como la mimada de la familia: “una vez se fue a Roca y se perdió; la tuvimos que ir a buscar”, contó con angustia.

Ellas dejaron dos teléfonos para contactarse: 2995 77-3690 o 2996 35-3718. También una dirección de correo electrónico: [email protected]

“No tenemos recursos para tomarnos un avión y viajar; pero si nos dicen que hay una expectativa de encontrarla, organizamos una campaña y vamos. Queremos a nuestra sobrina de vuelta”, enfatizó Adriana.