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El teatro de títeres resiste y sigue emocionando con sus mundos de magia y fantasía

El teatro de títeres resiste y sigue emocionando con sus mundos de magia y fantasía
El teatro de títeres resiste y sigue emocionando con sus mundos de magia y fantasía:

¿Quién dijo que la magia se terminó? ¿Qué un muñeco de trapo y papel no puede provocar emociones en un niño de las nuevas generaciones que celular en mano parece desafiar al mundo? El mundo de los títeres, teatro al fin, puede renovar su propuesta, puede incluir nuevas tecnologías, pero a lo que siempre apuesta es a un guion hecho con poesía que pueda llegar a las fibras íntimas de cada uno.

Cesar Nadín, integrante de la compañía La Huella, tiene varias décadas de transitar los pequeños escenarios de la región llevando su mensaje y enfrentando a generaciones tan diferentes de chicos, adolescentes y adultos. “Ahora tenemos más recursos; incluimos proyecciones, 3D, sonido, iluminación… pero siempre tiene que estar el títere”, resaltó.

Lejano está aquel comienzo en Choele Choel, cuando ocho adolescentes se juntaron a hacer teatro vocacional para juntar los fondos y hacer su viaje de egresados. Pasaron años desde aquel deslumbramiento inicial con las marionetas de Kike Sánchez Vera y descubrir que por ahí pasaba su vocación. Y junto con Daniel Alcolea, realizaban sus giras de presentación recorriendo el Alto Valle, con su mundo de sueños a cuesta.

Hasta que hace 30 años, junto con su compañera decidieron radicarse en Roca: “queríamos aprovechar esa ciudad lineal que en un radio de 100 kilómetros contaba con más de 500.000 habitantes. Que nos daba la posibilidad de hacer muchas presentaciones sin tener que hacer giras tan largas””, contó.

“La Huella” trabaja con diferentes tipos de obras: las que se hacen “por encargo”, para mostrar un mensaje especial; las que ya están escritas por otros autores del género, como el mismo Sánchez Vera, Javier Villafañe o Roberto Espina; y las que escriben ellos mismos por la propia búsqueda creativa.

Ahora estamos trabajando en la recreación del cuento Mil Grullas, de Elsa Bornemann, que cuenta una historia de amor en el Japón víctima de la bomba nuclear. La idea de rescatarlo surge del horror por tanta guerra actual. Y la verdad, que está costando encontrarle la vuelta para que no sea un panfleto y que tenga el equilibrio poético que buscamos”, enfatizó.

En cuanto a las obras “por encargo”, se realizan por pedido de alguna institución para tratar de llegar con un mensaje. Trabajar sobre prevención del alcoholismo (¿Bebe? No, gracias), por ejemplo, los llevó a indagar y a compartir tardes enteras con integrantes de Alcohólicos Anónimos y conocer sus historias de vida. Desarrollar la historia del riego, la construcción del Dique Ballester y el canal grande, fue otro de los grandes desafíos (La Obra del dique). “Es increíble cuantos adultos nos dicen que no sabían cómo se hizo todo el valle”, contó.

Para el maestro titiritero, su mundo “no ha perdido la fascinación. Venimos de hacer una gira por Cona Niyeu, que está en una punta de la Meseta de Somuncura; por Ramos Mexía, que es más poblado. Estuvimos en Neuquén para las vacaciones. Y cuando un espectáculo está bien hecho, es como una canción. Si te emociona, no compite con la tecnología. Por más que esté todo el día con el celular, si el espectáculo está bien hecho, lo atrapás”.

El elenco formal de “La Huella” está conformado por dos actores (César Nadín y José Limonao), más un técnico que acompaña cuando la complejidad de la obra lo requiere. Pero atrás de la presentación hay un pequeño mundo de gente que despliega sus habilidades: los que trabajan en el desarrollo de los personajes, sean títeres de mano o marionetas; los que realizan la escenografía; los que colaboran con el armado de la banda sonora; los que trabajan con las luces y los que escriben los guiones.

“El teatro es un hecho colectivo”, cuenta Nadín. Y asume con orgullo la realidad de mantener vigente un hecho creativo tan importante como es el teatro de títeres. “Siempre, siempre, apuntamos a la emoción, pero con poesía, con sensibilidad”, cuenta.

Gentileza anr

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