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El triste y solitario final de la embotelladora regional de gaseosas

El triste y solitario final de la embotelladora regional de gaseosas:

Durante más de 50 años, Embotelladora Comahue representó los deseos y los avatares industrialistas del empresariado regional. El deseo de sumarse a una economía en crecimiento, llevó a la familia García a dejar la sodería para pasar a una línea de gaseosas de naranja y después irrumpir como una de las “fábricas” de Pepsi, un gigante a escala mundial.

Néstor “Kiti” García, su presidente, fue el emblema de esa transformación. Carismático y audaz, utilizaba la imagen de la compañía para proyectarse en el plano deportivo: fue el “número 1” del Club Cipolletti en los años en que los albinegros y Deportivo Roca se disputaban arduamente la supremacía del fútbol regional. Y también se valió de aquel reconocimiento para tener acceso a los despachos de todos los oficialismos de turno. La firma debía batallar contra las distancias y el tamaño de escala y para eso necesitaba de apoyos para alcanzar el financiamiento que necesitaba.

Ya a fines de los ’90, el empresario vio que el mundo cambiaba, pero quizá no alcanzó a dimensionar la magnitud del desafío. Cuando la Coca Cola argentina decidió concentrar la producción en dos plantas únicamente y abandonar la de Neuquén, comprendió que algo similar podía pasarle. En 1996, la central le avisó que Pepsi iba por el mismo camino, pero centralizando toda la producción en Brasil. “Rendirme, jamás”, dijo. Y se largó a posicionar su propia marca en el segmento de las gaseosas económicas.

Al principio, aquella “Interlagos de sabor patagónico” fue bien recibida por los consumidores. Pero la firma se fue quedando “sin crédito”: a los problemas de desarrollarse en un mercado chico, se le agregó la agresiva campaña de un competidor con muchos más recursos en el mismo segmento. El segundo capítulo fue el cambio de época que significó el gobierno de Mauricio Macri: ya no se refinanciaban deudas financieras ni se daban cuotas para pagar deudas impositivas. Justamente, sus acreedores más agresivos de ese momento fueron AFIP y el Banco Nación. Y la justicia dictaminó la quiebra.

Los bienes de Embotelladora Comahue fueron rematados y luego de tres intentos, sus instalaciones fueron adquiridas por 100 millones de pesos por “Inversiones Ramaja” en octubre de 2020. La empresa ofreció pagar el 70 % al contado y el resto en cuotas. Con esos fondos, se fue pagando las indemnizaciones a los antiguos trabajadores de lo que había sido el complejo industrial.

Según se informó, esta semana la firma canceló el saldo financiado y ese dinero será repartido entre los ex trabajadores. Se trata de una suma que supera los 34.000.000 de pesos a distribuir entre 85 personas. Con esta última decisión, finaliza prácticamente la etapa liquidatoria de la quiebra.

También se abonaron las cargas del proceso correspondientes a gastos y honorarios.

El juzgado Civil N°1 de Cipolletti autorizó al banco Patagonia a transferir distintas sumas de dinero a las cuentas de los ex trabajadores, según el crédito reconocido a cada uno de ellos y lo que resulta del proyecto de distribución proporcional aprobado en el proceso. Son sumas que van desde los 200 mil pesos, aproximadamente, hasta cerca de un millón en ciertos casos. 

El dinero proviene de la cancelación total que hizo Inversiones Ramaja S.A y de intereses ganados por fondos impuestos a plazo fijo.

En marzo del año pasado hubo una distribución parcial de fondos por el monto de 61.000.000 de pesos. Ahora se suman otros 34.206.049,30 de pesos.

Gentileza anr

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