El Refugio para personas en situación de calle, ubicado en la intersección de la calle Santa Cruz y Palacios, ha sido un faro de esperanza y apoyo para quienes se encuentran en condiciones de vulnerabilidad en la región. Bajo la coordinación de Susana Macaya, este espacio ha demostrado un compromiso inquebrantable para brindar asistencia y oportunidades a aquellos que más lo necesitan.

Con el foco puesto en ayudarlos a reintegrarse en la sociedad y recuperar su autoestima, han establecido vínculos con empleadores dispuestos a brindarles oportunidades laborales. «Algunos de estos empleadores incluso vienen a buscar a las personas que se encuentran en el refugio». Sin dudas que es una acción fundamental para ayudar. 

Pero la labor del refugio no se detiene allí. A través de diversas colaboraciones con organizaciones y voluntarios, se proporciona un espacio de socialización y enriquecimiento. Por ejemplo, Tony Pinilla ha impartido clases de artes marciales con un enfoque espiritual y de actividad física, brindando a los residentes una oportunidad para el crecimiento personal y el desarrollo de habilidades.

Así también lo han hecho referentes de las iglesias y de la Biblioteca, quienes proponen un espacio de comunicación en el refugio. 

«Trabajamos con un equipo dedicado compuesto por operadores, técnicos, coordinadores y Recursos Humanos. Contamos con 12 plazas disponibles, donde la mayoría de las personas enfrentan problemas relacionados con el consumo, y les permitimos ingresar desde las 18:00 hasta las 19:00 horas, extendiendo su estadía hasta las 10:00 de la mañana siguiente», explicó Susana, quien coordina este refugio.

El refugio se ha colmado en estos días invernales, pero Susana y su equipo se aseguran de que nadie se quede fuera sin recibir ayuda. «A veces, reservamos un lugar para aquellos que nos avisan con anticipación. Mayormente, el refugio está completo. Muchas de estas personas no saben dónde ir y su estadía aquí puede ser temporal. Nuestro objetivo es resolver la situación de manera que todos se sientan cómodos», señaló.

En medio de los desafíos que enfrentan diariamente, los individuos que llegan al refugio encuentran una comunidad que les ofrece apoyo y estabilidad. Susana destacó que la asistencia es voluntaria, pero también se rigen por reglas destinadas a garantizar una convivencia pacífica y saludable. «Mantener la higiene, tener una alimentación adecuada y descansar son aspectos que se deben cumplir. Además, trabajamos en promover hábitos saludables y una convivencia armoniosa», subrayó.

Además, el refugio busca dar un paso más allá y fundar la Asociación Civil para Personas en Situación de Calle, una iniciativa valiosa para mejorar la calidad de vida de quienes más lo necesitan. Entre las necesidades actuales se encuentran donaciones de ropa en buen estado, un gesto sencillo pero significativo que permite que estas personas enfrenten cada día con esperanza y dignidad renovadas.