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Fue la expresión de las expectativas de la sociedad regional en los ‘70

Fue la expresión de las expectativas de la sociedad regional en los ‘70:

La Universidad Nacional del Comahue cumple medio siglo de vida; 50 años de una trayectoria jerarquizada por logros académicos y su inserción en la sociedad de la región. Una historia que comenzó como síntesis de las expresiones y las expectativas de una sociedad regional que se encontraba en plena expansión. Y que veía en la educación una instancia de desarrollo personal y familiar.

Del lado rionegrino, la fruticultura del Alto Valle estaba en su mejor momento, consolidándose como una industria exportadora pujante. Del lado neuquino, la explotación petrolera era un imán para la actividad financiera y comercial. Estaba en pleno desarrollo la construcción de la llamada “obra del siglo”, el complejo “Chocón – Cerros Colorados”, que iba “a dotar de energía al país y a permitir una industrialización a escala regional”. Aquella atmósfera de prosperidad atraía a miles de argentinos que venían a cumplir sus sueños.

Y el 17 de marzo de 1972 se concretaba formal y simbólicamente una institución que integraba esfuerzos a escala regional: la Universidad Provincial del Neuquén, los Institutos del Profesorado de Río Negro. En la firma, participaron los gobernadores Roberto Requeijo (Río Negro); y Neuquén (Felipe Sapag); más el ministro de Cultura y Educación de la Nación, Gustavo Malek.

¿Se imaginan cómo eran las dos provincias en esos tiempos? Apenas superaban los 400.000 habitantes; recién se había pavimentado la ruta 22 (único vinculo por carretera con el resto del país), y el ferrocarril seguía siendo la mejor alternativa para llegar a otros destinos. Todo el territorio neuquino ni siquiera llegaba a la mitad de la población que hoy tiene su capital. Y la población sumada de aquel “pomposo” Comahue que se aprestaba a “conquistar el futuro” no llegaría a empatar lo que hoy representa el conglomerado de la Confluencia.

Río Negro y Neuquén se habían sumado como “provincias” con pleno ejercicio de sus derechos institucionales en 1958. Hasta entonces eran Territorios Nacionales administrados por un gobernador designado desde Buenos Aires, que tenía menos poder que un juez de paz y menos presupuesto que el almacenero del pueblo. Al que muchas veces debían recurrir para que le extendieran el crédito. Y a pesar de sus presupuestos estrechos, de sus urgencias y de un escenario que no ayudaba demasiado, rionegrinos y neuquinos se pusieron a soñar en grande. Por su puesto, la universidad tenía un lugar especial.

En mayo de 1961, el primer gobernador rionegrino, Edgardo Castello, envió a la Legislatura el proyecto de creación de la Universidad Provincial de Río Negro, con sede en General Roca. Pablo Fermín Oreja, historiador, hombre del radicalismo, ex intendente de Roca y legislador provincial en ese tiempo, recordó que la iniciativa era considerada prematura para una administración recién instalada y de limitados recursos económicos.

Pero Castello no se dio por vencido y al año siguiente consiguió la aprobación del Instituto Superior del Profesora de Rio Negro: Humanidades en Viedma; Ciencias Exactas en Bariloche. Años más tarde se sumarían los departamentos de Jardín de Infantes (Cipolletti); de Idiomas y Letras (General Roca), el Instituto Superior del Servicio Social (General Roca), y el Instituto de Educación Física (Viedma).

Mejor suerte corrió el proyecto de la Universidad Provincial del Neuquén, que Felipe Sapag logró aprobar en 1964 y poner en marcha al año siguiente con las carreras de Profesorado, Agronomía, Antropología e Ingeniería Industrial.

Las dos provincias mantuvieron una presión constante sobre el gobierno nacional para que se instalara una universidad nacional en sus jurisdicciones. Algo que desde el ministerio nacional se veía como poco práctico, tal vez sopesando la escasa población que iban a atender. Viéndolo con los ojos de la Plaza de Mayo, aquella lejana Patagonia Norte era una insignificancia numérica pero a la que debía atenderse en función de sus riquezas naturales. Tal vez desde ese razonamiento haya partido la idea de consolidar una sola universidad para Río Negro y Neuquén, siguiendo un modelo novedoso para la época de distribución regional.

El 17 de marzo se firmó el convenio de cesión de las instalaciones previas a la nueva Universidad Nacional. Dos días antes había comenzado el ciclo lectivo. Así arrancaba una aventura quijotesca que cumple medio siglo de trayectoria.

Gentileza anr

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