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Gutiérrez se quebró en el cierre del juicio: “No maté a nadie a propósito”

Gutiérrez se quebró en el cierre del juicio: “No maté a nadie a propósito”

En el cierre de los alegatos, Ramiro Gutiérrez aceptó dar un último testimonio antes de que los integrantes del jurado se reúnan para decidir si están convencidos de su culpabilidad o de su inocencia. Sentado en una silla que se ubicó frente al tribunal, el imputado arrancó aclarando que no iba a decir nada nuevo sobre el hecho en sí. Pero sí quería pedir disculpas a la familia de Facundo Castillo.

“Al papá, a la mamá, al hermano, quiero pedirles disculpas. No quise matar a Facundo ni a nadie. No quise lastimar a nadie”, apuntó. Y en ese momento se quebró y las lágrimas lo desbordaron. “Sé es un daño irreparable. No tengo más nada que pedir, disculpas de corazón. Por más que no las tomen, entiendo el enojo que pueden tener conmigo”.

El joven roquense, que participa en las competencias de la Fórmula Gol, remarcó: “no maté a nadie a propósito. Le pido disculpas también a mi familia. A todos los que estamos atravesando este proceso”. Y recordó que “esa noche salí a divertirme como cualquier otro pibe de mi edad. No pensaba en matar a nadie. Cuando me bañaba y me cambiaba, pensé en salir a divertirme como cualquier pibe”.

: Hablan los papás de Facundo Castillo: “Tenemos fe de que se va a hacer justicia”

En su alegato de cierre, el defensor Martín Segovia había cuestionado la credibilidad de los testigos que pasaron durante las seis jornadas previas; tuvo duras críticas hacia las pericias técnicas presentadas por la fiscalía y enfatizó que no hay ninguna prueba que permita sostener la acusación. En consecuencia, pidió a los miembros del jurado que “analicen los hechos, no las suposiciones”, y sostuvo la “inocencia” de Gutiérrez.

“A lo único que tienen que responder es a la evidencia. No al libro de cuentas que es el alegado de la acusación”, remarcó, dirigiéndose al jurado. También explicó que “ni la fiscalía ni la querella pudieron probar la hipótesis del caso”. En ese sentido, Segovia apuntó: “Ramiro Gutiérrez no tiene que probar nada. La Constitución Nacional establece el principio de inocencia y son estos cuatro señores (los dos fiscales y los dos querellantes), lo que tienen que demostrar lo contrario. No lo han hecho”.

En este alegato, el defensor explicó por qué no iba a tener en consideración los testimonios que se escucharon durante las audiencias. Para ello, pasó un audio a la central de Emergencias, el 911. La mujer que circulaba a las 7 de la mañana por la calle Julio Salto y que se encontró de frente con la camioneta BMW que conducía Gutiérrez, pedía la presencia de inspectores por la presencia de “gente alcoholizada, que iba sin camisa y provocando desórdenes”.

: Merlo será el nuevo juez por el homicidio de Facundo Castillo

Segovia fue muy cuidadoso en su apreciación de la situación: no dijo que los testigos mintieran, sino que sus testimonios eran “percepciones” parciales de un hecho que no podían relatar en conjunto. Y que “de esas percepciones nos invitan a suponer cosas”. Pero también dio a entender que esas percepciones “estaban deformadas por el consumo de alcohol” durante una fiesta que había terminado apenas minutos antes.

“Lo único que importa – dijo el abogado – es entender el hecho”. Por consiguiente, realizó una extensa alocución técnica sobre las características de la camioneta, las posibilidades de realizar la maniobra que se le atribuye, si realmente el cuerpo de Facundo fue arrastrado durante 14 metros y la velocidad a que circuló la BMW.

Tuvo muy duras palabras contra Borra, el perito accidentológico que presentó la fiscalía. De quien sostuvo que realizó “una pericia a la carta” para demostrar “una hipótesis previa”. Y en cambio resaltó el testimonio del gerente de posventa de la empresa que vende las camionetas BMW: recordó que según sus dichos, el vehículo no presentaba “daño estructural alguno”. También apuntó que presentaba “todas sus piezas originales, no eran reparadas ni repintadas”.

En resumen:
Resumen en español del contenido en 180 palabras

En el cierre de los alegatos, Ramiro Gutiérrez aceptó dar un último testimonio antes de que los integrantes del jurado se reúnan para decidir si están convencidos de su culpabilidad o de su inocencia. Sentado en una silla que se ubicó frente al tribunal, el imputado arrancó aclarando que no iba a decir nada nuevo sobre el hecho en sí. Pero sí quería pedir disculpas a la familia de Facundo Castillo.

“Al papá, a la mamá, al hermano, quiero pedirles disculpas. No quise matar a Facundo ni a nadie. No quise lastimar a nadie”, apuntó. Y en ese momento se quebró y las lágrimas lo desbordaron. “Sé es un daño irreparable. No tengo más nada que pedir, disculpas de corazón. Por más que no las tomen, entiendo el enojo que pueden tener conmigo”.

El joven roquense, que participa en las competencias de la Fórmula Gol, remarcó: “no maté a nadie a propósito. Le pido disculpas también a mi familia. A todos los que estamos atravesando este proceso”. Y recordó que “esa noche salí a divertirme como cualquier otro pibe de mi edad. No pensaba en matar a nadie. Cuando me bañaba y me cambiaba, pensé en salir a divertirme como cualquier pibe”.

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En su alegato de cierre, el defensor Martín Segovia había cuestionado la credibilidad de los testigos que pasaron durante las seis jornadas previas; tuvo duras críticas hacia las pericias técnicas presentadas por la fiscalía y enfatizó que no hay ninguna prueba que permita sostener la acusación. En consecuencia, pidió a los miembros del jurado que “analicen los hechos, no las suposiciones”, y sostuvo la “inocencia” de Gutiérrez.

“A lo único que tienen que responder es a la evidencia. No al libro de cuentas que es el alegado de la acusación”, remarcó, dirigiéndose al jurado. También explicó que “ni la fiscalía ni la querella pudieron probar la hipótesis del caso”. En ese sentido, Segovia apuntó: “Ramiro Gutiérrez no tiene que probar nada. La Constitución Nacional establece el principio de inocencia y son estos cuatro señores (los dos fiscales y los dos querellantes), lo que tienen que demostrar lo contrario. No lo han hecho”.

En este alegato, el defensor explicó por qué no iba a tener en consideración los testimonios que se escucharon durante las audiencias. Para ello, pasó un audio a la central de Emergencias, el 911. La mujer que circulaba a las 7 de la mañana por la calle Julio Salto y que se encontró de frente con la camioneta BMW que conducía Gutiérrez, pedía la presencia de inspectores por la presencia de “gente alcoholizada, que iba sin camisa y provocando desórdenes”.

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Segovia fue muy cuidadoso en su apreciación de la situación: no dijo que los testigos mintieran, sino que sus testimonios eran “percepciones” parciales de un hecho que no podían relatar en conjunto. Y que “de esas percepciones nos invitan a suponer cosas”. Pero también dio a entender que esas percepciones “estaban deformadas por el consumo de alcohol” durante una fiesta que había terminado apenas minutos antes.

“Lo único que importa – dijo el abogado – es entender el hecho”. Por consiguiente, realizó una extensa alocución técnica sobre las características de la camioneta, las posibilidades de realizar la maniobra que se le atribuye, si realmente el cuerpo de Facundo fue arrastrado durante 14 metros y la velocidad a que circuló la BMW.

Tuvo muy duras palabras contra Borra, el perito accidentológico que presentó la fiscalía. De quien sostuvo que realizó “una pericia a la carta” para demostrar “una hipótesis previa”. Y en cambio resaltó el testimonio del gerente de posventa de la empresa que vende las camionetas BMW: recordó que según sus dichos, el vehículo no presentaba “daño estructural alguno”. También apuntó que presentaba “todas sus piezas originales, no eran reparadas ni repintadas”.


Gentileza anr
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