
Así lo manifestaron Alejandro Ayala, hermano de la víctima; y el abogado de la familia, Ángelo Zamataro Amaranto. El querellante explicó que seguirán manteniendo la calificación de “femicidio”, ahora en grado de tentativa. Pero que por las características del hecho pedirán la pena máxima posible: 15 años de prisión.
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Mientras tanto, Natalí continúa su recuperación en el domicilio de su madre, en Catriel. Habla, camina, reconoce a sus familiares, puede leer y caminar. “Es un milagro”, razonó su hermano, pensando en el duro pronóstico con que arribó al hospital López Lima: traumatismo de cráneo y pérdida de masa encefálica. Su pronóstico “reservado” ocultaba la gravedad del cuadro y la mejor perspectiva que se brindaba era “daño neurológico severo”.
Pero en tiempo récord, la mujer empezó a mejorar y ya está en su ciudad. Incluso, readaptándose a la atención de los niños, a los que recibe durante dos horas horas diarias. “No tiene recuerdos del día del ataque, pero sí de los días anteriores. De la violencia física y psicológica que ella venía sufriendo con este tipo”, comentó Alejandro. Y añadió: “pero del momento del ataque no se va a acordar porque ella estaba durmiendo”.
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La recuperación de la mujer permitió conocer nuevos detalles del momento de la agresión. Y explica la falta de lesiones del tipo defensiva en brazos y manos, por ejemplo.
Luego del brutal ataque, Vallejo se fue de la vivienda y viajó en taxis hasta el domicilio de sus padres. Allí se bañó y se cambió la ropa, que estaba manchada de sangre. Allí lo encontró la policía, que lo detuvo pocas horas después. En la audiencia de formulación de cargos, se le fijó la prisión preventiva por cuatro meses.