La imagen que encontraron los policías que ingresaron al departamento de las 200 viviendas de Catriel fue dramática y difícil de olvidar: una joven mujer tirada en el piso en un charco de sangre y sus tres hijos pequeños en evidente estado de shock. En principio, los chiquitos dijeron que había sido el padre.

Los pequeños declararon formalmente en sede judicial, utilizando el mecanismo de Cámara Gesell, que permite preservarlos de intromisiones y señales ajenas al proceso. Ellos confirmaron que su papá, Cristian Vallejo, fue el responsable de los golpes, informó el fiscal jefe Gustavo Herrera.

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En tanto, la mujer permanecía internada en terapia intensiva del Hospital López Lima, de Roca, y si bien tuvo alguna leve mejoría, su estado seguía siendo preocupante. Uno de sus hermanos manifestó que había abierto los ojos y que de alguna manera le dio a entender que lo había conocido. Desde el nosocomio, los médicos confirmaron ese cambio en el cuadro, pero también coincidieron en afirmar que si se salva, tendrá consecuencias neurológicas irreversibles.

Vallejo atacó a su ex mujer con una maza y la golpeó duramente en el cráneo con “claras intenciones de darle muerte”, según expuso Herrera durante la audiencia de formulación de cargos. Después de cometer el hecho, sencillamente se tomó un taxi y se dirigió a la casa de sus padres, donde se bañó y cambió la ropa.

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Cuando lo fueron a detener, los policías secuestraron las prendas que estaban manchadas de sangre. Esos materiales, al igual que la maza, deberán ser peritados en dos oportunidades: la primera, para determinar si la sangre es humana; y después para precisar si el ADN se corresponde con el de la víctima.

En este momento la causa está caratulada como “lesiones gravísimas”, pero si la mujer llegara a fallecer, la situación cambiaría totalmente para el imputado. Por el delito de lesiones gravísimas le podría corresponder una pena de entre 10 y 25 años. Si se da la otra situación, el delito sería femicidio agravado y tendría la única condena posible de prisión perpetua.