Durante la última audiencia por el juicio a Pedro Rafael Acuña, como principal acusado del homicidio de Marisa Galdame en Allen el pasado 30 de octubre de 2023, realizada esta mañana en el General Roca, la familia de la víctima expresó nuevamente, a través de carteles su pedido de justicia.

Los alegatos de clausura, presentados hoy, estuvieron centrados en la violencia de género como eje del homicidio. Durante los tres días de juicio, se presentaron testimonios de testigos, psicólogos, médicos forenses y evidencia audiovisual, que corroboraron la mecánica del hecho.

La defensa y la fiscalía no discutieron aspectos como la autoría del crimen, la causa de muerte, la relación de pareja preexistente, ni la aplicación de la ley 3040/2022, que protege a las víctimas de violencia de género, ya que fueron aspectos ya acordados por la defensa y la querella.

Sin embargo, el modo en que se produjo la muerte fue el principal punto de controversia. La prueba forense indicó que Marisa sufrió un golpe en la cabeza con un arma de fuego, y se mostró una foto que evidenciaba la lesión. Además, el arma con la que habrían golpeado a la víctima fue encontrada en la escena del crimen, junto a un cuchillo con sangre, cuyas lesiones coincidían con las siete puñaladas que le dieron a Marisa.

Los testimonios de los hijos de la pareja, en cámara Gesell, resultaron una prueba crucial en el caso, ambos niños de 5 y 13 años describieron cómo su padre apuñaló por la espalda a su madre.

La fiscalía sostuvo en todo momento que el asesinato se dio en un contexto de violencia de género preexistente, con antecedentes documentados. Una denuncia previa, bajo la ley 3040, había sido realizada por Marisa, quien buscaba protegerse del agresor. Así también los testimonios de las hermanas de Marisa aseguraron que ella había intentado salir de la relación hacía ya tiempo, expresando a su familia su temor. Una de las hermanas de Marisa declaró que la mujer estaba planeando cambiar la cerradura de su casa y le había pedido que, si algo le sucedía, «se hiciera cargo de sus hijos».

Durante el juicio, la hija de la pareja, de solo cinco años, declaró en cámara Gesell que “el papá hacía sufrir a la mamá”. Este testimonio se sumó a los relatos de otros testigos que recordaron episodios de violencia, como el ocurrido en una iglesia, donde Pedro Acuña irrumpió furioso, golpeó a Marisa y se la llevó fuera del lugar.

En medio de la audiencia la familia de Marisa Galdame, presente en el lugar, junto a organizaciones feministas de Allen, se mostraron con un cartel en pedido de justicia por el femicidio de la mujer y pidieron perpetua para Acuña.

Por su parte, la defensa particular de Acuña, pidió al jurado que lo declararan culpable por “homicidio en estado de emoción violenta”. Se buscó en todo momento probar que Acuña no era una persona violenta y sostuvieron que atravesó una amnesia inducida luego del incidente, ya que el hombre cuando despertó indicó que lo único que se recordaba de esa noche era que “se había acostado”.

“Mi asistido cometió el error de quedarse en un lugar, él no estaba con sus capacidades psíquicas para llevar a cabo este hecho. Por ello les voy a solicitar que lo declaren culpable de homicidio en estado de emoción violenta”, concluyó el abogado particular. La fiscalía desestimó la teoría de la defensa de que Acuña actuó bajo un estado de emoción violenta, apoyándose en las pericias médicas que indicaron lo contrario, asegurando que Acuña actuó con premeditación, llevando a cabo un crimen brutal que terminó con la vida de Marisa.

En el desenlace del juicio, la fiscalía solicitó un veredicto de culpabilidad por homicidio doblemente agravado, dado que se cometió en el marco de una relación de pareja conviviente y en un contexto de violencia de género. La querella, por su parte, pidió al jurado que creyera en los testimonios de los niños, quienes detallaron entre lágrimas la violencia sufrida por su madre.