La sequía que afecta a la principal zona de cultivos del país y la inestabilidad económica nacional están produciendo una grave crisis en la ganadería del Alto Valle. A pesar del incremento constante de los precios al consumidor, la actividad se ha visto impactada negativamente: en los últimos meses, numerosos productores dedicados al engorde cerraron sus puertas y la demanda ha caído en forma significativa.

La presidenta de la Sociedad Rural del Alto Valle, Alicia García, explicó que al productor primario le están pagando 500 pesos por kilo vivo, en los terneros de unos 200 kilos. “Y puede seguir bajando porque no hay demanda”, comentó. Este panorama pone a la actividad frente a un cuadro crítico.

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La situación ha cambiado drásticamente en el negocio de la carne: hace un tiempo, numerosos inversores de la región pusieron en producción los llamados “feed lots”, campos de engorde a corral para abastecer la demanda del Alto Valle. Pero la sequía encareció los costos del grano; y la inestabilidad cambiaria trajo zozobra en el precio del alimento balanceado. Sumado a la retracción de la demanda, y la falta de rentabilidad, decidieron cerrar. Las consecuencias repercuten sobre los dos extremos de la cadena.

Para el consumidor, se traduce en un incremento del precio por falta de oferta. Para el “criancero”, el que se dedica a producir terneros, en una falta de mercados. No hay a quién venderle.

“La situación es tremenda. Esto es una cadena con varios motivos. Una, la situación económica del país, y otra, la sequía. Cuando hay mucha demanda, se produce más y aumentan los precios. Cuando no hay demanda, porque realmente la gente no tiene disponibilidad económica, son muy pocos los consumidores de carne y, bueno, todo tiene sus costos”, precisó García.

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Al ganadero que está en el primer eslabón de la producción cárnica, el incremento del precio del alimento le complica la ecuación económica. “El productor de granos también está tratado de defenderse ante la situación económica, y administra las ventas esperando que pueda subir el precio”, precisó.

Y la producción regional de pastos y granos es insuficiente todavía como para reemplazar la demanda. “En el campo, hasta la jarilla está amarilla. Y eso que tenemos un ganado resistente para la zona. Las vacas están muy flacas y nos vemos obligados a tener a los terneros con suplementos o con mamadera”, precisó.

Los pocos feed lots que perviven en la región, en tanto, no alcanzan a vender el ganado que tienen en existencia y en consecuencia, no están comprando.

La dirigente agraria remarcó que con una crisis de esta naturaleza, el productor “tarda unos tres años” en recuperarse, pero hay muchos que no tienen tanta espalda para resistir ese tiempo.