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Las dudas de los comercios chicos: entre la reconversión y el cierre

El escenario que se presenta para la actividad comercial no es el mejor. La caída del consumo está afectando fundamentalmente a los establecimientos ubicados en los barrios, que tienen menos margen para aguantar las dificultades del momento. Los pequeños comerciantes mencionan algunas dificultades: el aumento de los alquileres y de la energía eléctrica; la inestabilidad de los precios; la caída de la capacidad de compra de sus clientes.

 

La propietaria de una despensa lo graficó sin medias tintas: “desde fines de mayo venimos haciendo una caja diaria de 35.000 pesos en promedio. Con eso no alcanzo a pagar el alquiler”. Y enfatizó: “vamos a esperar hasta fines de julio; si no cambia tendremos que cerrar y buscar un nuevo rumbo”.

 

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Otras fuentes del sector ratificaron las dificultades que se viven: “un almacén, con cinco heladeras, cortadora de fiambre y aire acondicionado, debería estar facturando entre 80.000 y 120.000 pesos diarios para cubrir gastos. Y hoy estamos muy lejos de eso”.

 

Otro despensero del barrio Godoy precisó que “lo único que estuvo saliendo es el (vino) Uvita. Ni la Coca; ni las demás gaseosas se están moviendo. Si hasta tuve que bajar la cantidad de pan que dejo porque se pone duro”.

 

 

Sin embargo, estas retracción en las ventas todavía no se traduce en una bajada de persianes masiva. Muchos están “aguantando” como pueden, esperando una estabilización y un regreso a cierta “normalidad”. Como se stockearon de diversos productos, pueden ir “haciendo caja” para sostenerse. “Los que no pagamos un alquiler tenemos una ventaja para seguir”, apuntó la responsable de una verdulería frente a las 1.200.

 

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En la búsqueda de sobrevivir, muchos están buscando la solución en el cambio de rubro: pero todos apuntan al mercado de los alimentos: fiambrerías, despensas, verdulerías, comidas elaboradas. El problema, es que se trata de un sector que empieza a saturarse.

 

Lo que sí se advierte es una angustia cada vez más grande entre los comerciantes, que apuestan todo a un cambio de tendencia para el segundo semestre del año.

 


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