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“Mamá”: el conmovedor reencuentro entre una madre y su hijo luego de una separación de más de 20 años

A casi todos los que estaban en el lugar se les hizo un nudo en la garganta. Más de uno tuvo que hacer un esfuerzo para disimular una lágrima traicionera. La mujer, con sus más de 70 años, bajó del auto e ingresó al centro de atención; con paso vacilante fue desandado el pasillo y llegó a la habitación donde estaba Lito. El corazón le latía con fuerza. Se encontró con un hombre adulto, pero no se sorprendió. Él la miró; le acarició las manos; la miró a los ojos, y solo pudo decir una palabra: “mamá”.

 

Hacía más de 20 años que no se veían y por diversas circunstancias, la familia lo había dado por muerto. Pero Lito estaba vivo; había sobrevivido a las heridas y a sus propias enfermedades y se encontraba en una residencia especializada en el Alto Valle. Una increíble historia de reencuentros, posible gracias a los buenos oficios de la Oficina de Servicio Social de la Defensa Pública. Pero que también nos habla de una violencia institucional que terminó apartando a Lito de sus seres queridos e institucionalizándolo durante dos décadas.

 

La familia de Lito (un nombre supuesto), vivía en un paraje ubicado en el Alto Valle. Era uno de los más chicos en un hogar donde se repetían los hechos de violencia. Padecía una discapacidad mental y física, y un principio de epilepsia mal diagnosticado. En uno de esos episodios, el ya adolescente Lito cayó sobre un fuego y sufrió graves quemaduras. Traslado de urgencia, fue internado para tratar de salvarle la vida.

 

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En esa búsqueda de ayudarlo, terminaron separándolo de su entorno familiar. Para la justicia fue imposible explicarse por qué su madre y sus hermanos pensaron que había fallecido. Y Lito no podía dar mayores explicaciones. Así pasaron dos décadas.

 

Hasta que la Defensoría de Menores e Incapaces, responsable de controlar la residencia donde se encuentra alojado, detectó la situación de Lito y su nulo contacto con su familia. Por esto requirió la intervención de la Oficina de Servicio Social del Ministerio Público para que realice un informe de situación y de la Unidad de Derechos Sociales para que tome intervención.

 

El trabajo en red que desarrolló la oficina de servicio social fue fundamental. Referentes del centro de salud que intervenía en la situación, del área de desarrollo humano, de la oficina de personas con discapacidad y profesionales del área de la salud mental colaboraron para poder contactar a dos de los hermanos de Lito.

«Al principio no lo creíamos. Pensábamos que se trataba de un error, que nos equivocábamos de persona, pero finalmente nos dimos cuenta que no«, comentaron desde el área de Servicio Social. A partir de ese momento los hermanos comenzaron a visitarlo con frecuencia.

 

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La historia tuvo su punto máximo de emoción cuando su mamá pudo reencontrarse con su hijo. Si bien es una persona de edad avanzada y con algunos problemas de salud pudo visitarlo en el que fue el hogar de Lito durante las últimas dos décadas.

Los profesionales que trabajan con Lito confiaron que se muestra más activo, “contento ante las visitas” que le hacen sus hermanos y su madre. A pesar del largo periodo temporal por el cual no se mantuvo contacto, todos comienzan a regenerar poco a poco ese vínculo familiar.

Desde lo estrictamente judicial, ahora sus familiares se han transformado en curadores. Esto los habilita a evaluar y ayudar a Lito a tomar decisiones respecto a su situación actual y a poder ejercitar los derechos que le asisten.


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