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Masacre del laboratorio: dos décadas de impunidad

Masacre del laboratorio: dos décadas de impunidad:

La esquina de 25 de mayo y Roca es un sector muy transitado de Cipolletti. Un punto neurálgico por el que transitan miles de personas todos los días, forma parte de un circuito comercial habitual de los cipoleños. Aquel 23 de mayo, hace 20 años, B. detuvo el R18 en la acera para que su mamá, Ketty Karabatic, pasara a retirar unos estudios. Los tres nietos querían acompañarla. La mujer, que a esa altura estaba perdiendo la paciencia, los conminó: ninguno se baja del auto. Así que Ketty salió sola.

¡Qué difícil es medir el tiempo en esas circunstancias! ¿Cuántos minutos pasaron? Es algo que B. todavía se pregunta. Y no tiene respuestas. Solo se alarmó cuando un hombre enfundando en una campera con capucha, salió del lugar y empezó a cerrar con llave. Entonces salió del auto y lo encaró: “¡Espere! Está mi mamá adentro”. El sujeto no la miró. Farfulló algo así como “pregunte adentro”, y salió rápidamente en una bicicleta, llevándose una botella de vidrio.

B. tanteó la puerta y encontró que estaba cerrada. Allí sí se desesperó. Golpeó, llamó, gritó. Nadie respondía. Empezó a acercarse gente, se hizo la denuncia urgente. Cuando forzaron la puerta el cuadro fue estremecedor. Cuatro mujeres estaban tiradas y con heridas profundas en distintas partes del cuerpo. Una ya estaba muerta. Otra vez el ulular de las sirenas quebró la tranquilidad de esa tarde de otoño. En aquella época el Hospital estaba a pocas cuadras. El personal estaba todavía sensibilizado con otros crímenes ocurridos en la ciudad y desplegó toda su capacidad pero no hubo caso. Otras dos personas murieron en las dos horas posteriores. “Demasiadas heridas abiertas, no alcanzábamos a cerrarlas y habían perdido demasiada sangre”, comentó uno de los médicos que participaba de la guardia.

Mónica García era bioquímica; tenía 28 años y dos hijos. Recibió nueve heridas de arma blanca en diferentes partes del cuerpo. Carmen Marcovecchio era psicóloga, tenía 30 años y dos hijos. Fue atacada con particular ensañamiento: 13 puñaladas en el pecho, el abdomen y la espalda. Alejandra Carbajales, 40 años, era paciente de Marcovecchio. Recibió cinco cortes en el abdomen y los brazos y una herida brutal en el cuello. A las tres, el asesino las había rociado con ácido muriático, circunstancia que terminaría siendo una complicación extra en el intento de reanimarlas.

Cuando el (o los) asesinos estaban a punto de marcharse, ingresó Karabatic. Fue rápidamente atacada con ácido, puntazos de arma blanca y un disparo de arma de fuego en el cuello. Fue la única que logró sobrevivir, aunque el estrés post traumático le impidió volver a hablar del tema. Su vida nunca sería la misma.

Fue el segundo triple crimen cometido en una ciudad devastada por los homicidios contra mujeres en circunstancias brutales. Desde el homicidio de Claudia Kilapi en el barrio Labraña; a la muerte de las adolescentes Verónica Villlar, y María Emilia y Paula González; la bioquímica Ana Zerdán; y de la kinesióloga Diana Del Frari, Cipolletti había padecido una sucesión de crímenes tremendos. El común denominador fue que ninguno fue completamente esclarecido, por diferentes circunstancias.

En el caso del laboratorio, la justicia logró llevar a juicio a dos personas: David Sandoval, quien había sido paciente de la psicóloga Marcovechio en un Instituto de Menores de Neuquén, acusado de ser el autor material de los homicidios; y Orlando “Clavo” Sandoval, sindicado como encubridor. Hubo dos juicios: en el primero, los jueces evaluaron que las pruebas no eran suficientes para dictaminar una culpabilidad. En el segundo, contra las mismas personas, se condenó a David Sandoval a prisión perpetua. Sin embargo, sus abogados Claudio Romero y Eves Tejeda presentaron un recurso ante el Tribunal Superior de Justicia apelando al principio de que ninguna persona puede ser juzgada dos veces por un mismo hecho. El máximo órgano de la justicia nacional les dio la razón y Sandoval fue liberado.

El crimen quedó impune.

Gentileza anr

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