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Mujer y telar mapuche: tejer la propia identidad

Ana Nahuelñir (57), es Lonko de la comunidad mapuche Nahuelñir compuesta por siete familias que viven en el casco urbano de Roca. Es una comunidad sin tierra que lucha por recuperar su espacio ubicado en la zona entre Guerrico y Gómez.

Ana creció hablando el mapuzugun en una economía solidaria de autosubsistencia mediante el cultivo de la tierra, las artesanías, y la crianza de animales. “Producíamos sillas con totoras y mimbre. Trabajamos el hierro y la madera. En los 70 nos desalojaron porque decían que se venía una creciente, y la verdad ahí nunca llegó el agua. Esas tierras siempre fueron codiciadas por el trabajo productivo que hacíamos”, remarcó Ana Nahuelñir, Lonko de la comunidad.

Por siglos, las tejedoras han sido las encargadas de vestir a sus familias y comunidades con trajes que indican su origen e identidades.

El telar es un pilar en su vida, para rememorar las tradicionales y valores culturales fundamentales de su pueblo. Entre los hilos y las tramas de los textiles, se encuentran historias que por muchos años han permanecido ocultas.

Ana terminó la primaria en la nocturna, pero planteándose preguntas. “Cuando tenía ocho años, me discriminaron por hablarle en Mapuzugun a mi hermano. Me dio vergüenza porque se rieron mis compañeros y la maestra. Después, cuando empezamos a estudiar sobre los pueblos nos nombraban como malones y salvajes. Hablé con mi padre y me explicó, pero comencé a percibirme diferente y eso me marcó”, indicó.

Con los años, decidió ser artesana para fortalecerse y aprender más de sus ancestros mediante el oficio. En su casa criaban ovejas lincoln. Se esquilaba, se lavaba la lana, hilaba y tejía. “La niña de ocho años se fue fortaleciendo. Fui amando y queriendo a mi cultura a través de la lana. Nos reuníamos entre las familias, compartíamos saberes. Por eso el telar es algo que debe continuar para que la historia del pueblo mapuche se siga contando”, reflexionó.

“El dolor y la lucha es de todas”, remarcó Ana sobre la violencia de género.

Tejer es una destreza ligada al hogar, a lo femenino. Es la excusa para reunirse bajo la complicidad y amistad con otras mujeres para compartir y reflexionar. Romper los paradigmas que mantenían a la mujer mapuche temerosa orientan el accionar político colectivo en su familia y comunidad; y su filosofía.

«La violencia no es solo física, hay que cuidar como hablamos porque las palabras también maltratan”.
Ana

Su abuela Ana Mariano de Nahuelñir vivió 105 años en un pueblo chileno llamado Las Hortensias.

Ana también dirigía su comunidad, y ante un hecho de violencia de su hijo mayor contra su esposa, radicó una denuncia. “No le querían tomar la acusación en su pueblo. Le decían que eso iba a pasar y que iban a estar bien como pareja. Mi abuela se tomó un colectivo y fue a Temuco para realizarla. 80 años atrás, ya había mujeres que luchaban contra el machismo”, comentó Ana.

Por siglos, las tejedoras han sido las encargadas de vestir a sus familias y comunidades con trajes que indican su comunidad de origen e identidades. Así, tras muchos años de práctica, Ana pudo transmitir el valor de su significado y también la libre determinación. Los símbolos de la araucaria y del yepün (lucero) siempre están presentes en la ükülla (rebozo), prenda que usan las mujeres. “Se teje por alguien importante en nuestras vidas. El hilado acompaña en la distancia. Da cobijo, cariño y protección”, mencionó.

Las mujeres mapuches han construido su propio feminismo reivindicando no solo la igualdad de género, sino también instalando una lucha sostenida por la justicia social.

Heredera de un arte en resistencia, Ana hila la memoria. Teje con el carácter colectivo y evoca los recuerdos compartidos entre la diversidad de mujeres.

Ellas tienen liderazgos y opiniones políticas dentro de su comunidad.

El feminismo se vive y no es sólo una teoría. La mujer mapuche y campesina le enseña a sus hijos de la vida, del trabajo, los valores, la lengua y la cultura. Crían a sus hijos como activistas en la defensa de los derechos igualitarios.

La mujer es quien pare a los hijos y quien guía el camino en esta vida. Pero es la que hoy pide que no la maten, que no la violen ni maltraten. El dolor y lucha es de todas”, remarcó.

Por: Gisela Figueroa Minchel [email protected]

(Gentileza lacomuna)

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