Silvana Cappello es la mamá de Agustina, la adolescente asesinada a golpes en nuestra ciudad. Había llegado desde Santa Rosa con el sueño de estudiar Medicina; un sueño que se interrumpió violentamente una noche de julio del año pasado. “No hay un solo sábado que se repita el peor día de mi vida”, escribió la madre.

El dos de julio de 2022 fue un sábado. Cerca de las 9 de la noche, Agustina fue encontrada convulsionando, tirada en el piso sobre un charco de sangre, en el departamento de Pablo Damián Parra. Tenía golpes terribles en la cabeza y en los brazos. La llevaron de urgencia al Hospital Pedro Moguillansky y la internaron en terapia intensiva. Para los médicos, se necesitaba de un milagro que nunca llegó. Luego de tres días de agonía, la muchacha murió.

Esa misma noche, en Santa Rosa, su familia había terminado de cenar cuando sonó el celular para avisarles de la terrible realidad. Silvana y su marido recorrieron los 550 kilómetros que separa las dos ciudades con el corazón estrujado. Llegaron durante la madrugada del domingo. Ni siquiera había amanecido cuando llegaron al complejo de salud para informarse de la situación.

“Te extrañamos todos”, escribió esta mañana en su Facebook personal. Y reprodujo algo que ya había subido hace un año atrás.

“A veces no llueve por fuera, a veces llueve por dentro, llueve en el alma.

Gotas finas de lluvia que se refugian en sentimientos, en nostalgia, en querer volver a esos días felices.

Son tormentas internas que nos inundan, que convierten en grandes charcos nuestras vidas.

Somos tan débiles ante el dolor que lo único que podemos hacer es llorar para nosotros, a solas, sin que nadie nos vea.

No queremos demostrar que somos un pequeño parpadeo junto con una lágrima que resbala lentamente y cae.

A veces llueve tan fuerte en nuestras vidas que las calles se llenan de tristeza y es que a veces, como hoy, están lloviendo recuerdos.

Silvana Cappello es la mamá de Agustina, la adolescente asesinada a golpes en nuestra ciudad. Había llegado desde Santa Rosa con el sueño de estudiar Medicina; un sueño que se interrumpió violentamente una noche de julio del año pasado. “No hay un solo sábado que se repita el peor día de mi vida”, escribió la madre.

El dos de julio de 2022 fue un sábado. Cerca de las 9 de la noche, Agustina fue encontrada convulsionando, tirada en el piso sobre un charco de sangre, en el departamento de Pablo Damián Parra. Tenía golpes terribles en la cabeza y en los brazos. La llevaron de urgencia al Hospital Pedro Moguillansky y la internaron en terapia intensiva. Para los médicos, se necesitaba de un milagro que nunca llegó. Luego de tres días de agonía, la muchacha murió.

Esa misma noche, en Santa Rosa, su familia había terminado de cenar cuando sonó el celular para avisarles de la terrible realidad. Silvana y su marido recorrieron los 550 kilómetros que separa las dos ciudades con el corazón estrujado. Llegaron durante la madrugada del domingo. Ni siquiera había amanecido cuando llegaron al complejo de salud para informarse de la situación.

“Te extrañamos todos”, escribió esta mañana en su Facebook personal. Y reprodujo algo que ya había subido hace un año atrás.

“A veces no llueve por fuera, a veces llueve por dentro, llueve en el alma.

Gotas finas de lluvia que se refugian en sentimientos, en nostalgia, en querer volver a esos días felices.

Son tormentas internas que nos inundan, que convierten en grandes charcos nuestras vidas.

Somos tan débiles ante el dolor que lo único que podemos hacer es llorar para nosotros, a solas, sin que nadie nos vea.

No queremos demostrar que somos un pequeño parpadeo junto con una lágrima que resbala lentamente y cae.

A veces llueve tan fuerte en nuestras vidas que las calles se llenan de tristeza y es que a veces, como hoy, están lloviendo recuerdos.

Silvana Cappello es la mamá de Agustina, la adolescente asesinada a golpes en nuestra ciudad. Había llegado desde Santa Rosa con el sueño de estudiar Medicina; un sueño que se interrumpió violentamente una noche de julio del año pasado. “No hay un solo sábado que se repita el peor día de mi vida”, escribió la madre.

El dos de julio de 2022 fue un sábado. Cerca de las 9 de la noche, Agustina fue encontrada convulsionando, tirada en el piso sobre un charco de sangre, en el departamento de Pablo Damián Parra. Tenía golpes terribles en la cabeza y en los brazos. La llevaron de urgencia al Hospital Pedro Moguillansky y la internaron en terapia intensiva. Para los médicos, se necesitaba de un milagro que nunca llegó. Luego de tres días de agonía, la muchacha murió.

Esa misma noche, en Santa Rosa, su familia había terminado de cenar cuando sonó el celular para avisarles de la terrible realidad. Silvana y su marido recorrieron los 550 kilómetros que separa las dos ciudades con el corazón estrujado. Llegaron durante la madrugada del domingo. Ni siquiera había amanecido cuando llegaron al complejo de salud para informarse de la situación.

“Te extrañamos todos”, escribió esta mañana en su Facebook personal. Y reprodujo algo que ya había subido hace un año atrás.

“A veces no llueve por fuera, a veces llueve por dentro, llueve en el alma.

Gotas finas de lluvia que se refugian en sentimientos, en nostalgia, en querer volver a esos días felices.

Son tormentas internas que nos inundan, que convierten en grandes charcos nuestras vidas.

Somos tan débiles ante el dolor que lo único que podemos hacer es llorar para nosotros, a solas, sin que nadie nos vea.

No queremos demostrar que somos un pequeño parpadeo junto con una lágrima que resbala lentamente y cae.

A veces llueve tan fuerte en nuestras vidas que las calles se llenan de tristeza y es que a veces, como hoy, están lloviendo recuerdos.