Cualquier ciclista puede dar fe: hay una gran cantidad de perros sueltos dando vueltas, especialmente en barrios y calles de tierra o poco transitadas, que a menudo se vuelven muy agresivos. Lo peor de todo es que nadie se hace cargo de las consecuencias.

Carlos, que está construyendo su vivienda en el Distrito Vecinal, denunció que el perro de un vecino, atacó a su hijo y lo mordió en la pierna. “Salió a andar en bicicleta y el perro lo atacó directamente. Decir que andaba con pantalón largo, por lo que la herida fue menor”, enfatizó.

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De todos modos, tuvo que concurrir a la guardia del Hospital para que lo revisaran y le dieran los primeros auxilios. Pero lo peor de todo es que “cuando le fui a preguntar, reconoció que era su perro pero después se encerró en su casa y no se hizo cargo de nada”.

La ordenanza municipal establece que los perros deben estar en el interior del terreno privado, sin poder salir al exterior, para evitar que puedan atacar o lastimar a las personas que transitan por el espacio público.

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En este caso, el dueño de los perros no tiene ningún cerramiento que proteja a los transeúntes de los cuatro perros que están instalados en el lugar. “Lo peor es que suelen atacar a los chicos que van a al escuelita de fútbol San Nicolás”, precisó el vecino.

La tenencia responsable de animales indica que deben estar a resguardo, en el interior del terreno, que tiene que tener cerramientos para impedir que salgan al exterior.