Vestido con remera azul, pantalón vaquero y zapatillas deportivas, Martín Gabriel Marilef seguía atentamente el inicio del juicio. Sentado en una de las sillas, tomaba notas en un cuadernito sobre la presentación de los fiscales Santiago Márquez Gauna y Juan Pablo Escalada. Imperturbable. Mirando alternativamente a la jueza Florencia Caruso o a los miembos del jurado. Después escuchó al defensor, Rubén Antiguala. No era uno más en la sala del juicio. Era el imputado del intento de femicidio de su ex pareja, Laura Barbosa.

La posición de la fiscalía era conocida: Marilef intentó ahorcar a Laura a la salida de un cumpleaños, a las cinco de la madrugada del 5 de febrero del año pasado. Y destacó que llamará como testigos a Javier Henríquez, que fue quien intervino en la escena para evitar un desenlace fatal; al médico forense, para que certifique la naturaleza de los golpes que presentaba la mujer; y a Sabrina Suárez, ex pareja de Marilef.

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“Ella describirá como fue esa relación que duró cinco años; cómo fue el calvario que vivió y cómo la violencia fue subiendo de tono. Esto es un patrón de conducta del acusado; una historia que se repite. Ella contará el miedo y el temor que todavía le provoca Marilef”, dijo Escalada.

La versión de Antiguala fue muy diferente. Empezó afirmando que la parte acusatoria es la que debe probar la existencia del delito imputado y dirigiéndose a los jurados, advirtió: “no lo van a lograr”.

El defensor dedicó su alocución a descartar un intento de femicidio: para él, las heridas no son compatibles con un intento de ahorcamiento, y tampoco se desvaneció producto de la violencia. Y se aferró a una definición: Marilef está acusado de intento de femicidio y eso es lo que debe probarse; no otra cosa. “No es por amenazas, no es por violencia de género. Es por un intento de femicidio que no ocurrió”, enfatizó.

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El jucio recién empieza. Las partes seguirán una estrategia que ha sido planteada: la acusación, para demostrar que los celos de Marilef la llevaron a agredirla en ese descampado de Fernández Oro, derribarla y luego intentar ahorcarla. La defensa, para bajarle el valor a ese ataque y descartar una real intensión de matar.