En medio de la nevada y con un frío que tornaba casi imposible estar a la intemperie tanto para humanos como animales, proteccionistas del grupo Ranhu y un vecino de la ciudad, rescataron a un caballo padrillo y su pequeño potrillo que se encontraban en un estado de salud calamitoso, con hipotermia y casi al borde de la muerte. Lamentablemente la yegua no fue encontrada, si bien la buscaron intensamente.

 

Sin que les importase demasiado mojarse o enfriarse, un grupo de personas se acercó hasta el predio lindero a la Colonia Penal de nuestra ciudad, alertados por la denuncia de una vecina que pudo ver el sufrimiento de los equinos. Cuando llegaron la proteccionista y un criancero de la ciudad que se ofreció a llevar a los animales a su casa, ubicada en la Quinta 25, pusieron en marcha el operativo legal para estos casos.

 

Hicieron todo como establecen las normas legales en estos casos: llamaron al Municipio para que se acercaran inspectores a verificar el estado de la yegua y su potrillo y que procedieran a realizar la multa en caso de que fuera necesario. También convocaron a una veterinaria que revisó a los animales y pudo dejar asentado el deplorable estado de salud de los mismos. 

Los animales tenían: hipotermia, deshidratación y parasitósis. 

 

Y así, empapados y con dolor en el alma caminaron desde el predio en que encontraron a los caballos, la yegua ya echada y al borde de la muerte, hasta una vivienda en la cual les dieron cobijo, comida y calor: dentro del comedor de la casa sin que importase más que salvar la vida de esos seres indefensos.

 

«Hicimos todo como se debe hacer porque para eso nos hemos capacitado con abogados y abogadas especialmente en derecho animal. Sabemos cómo proceder para no hacer nada fuera de la Ley 14.346 de protección animal y garantizar lo que más nos importa» relató una de las personas que participó del procedimiento.

 

Pero, la misma ley que ampara en algunos casos es la que indicó que debían retornar los animales a sus dueños, a pesar del estado de abandono y maltrato en que estaban. 

 

La situación generó  impotencia, dolor y preocupación entre los proteccionistas, quienes entre lágrimas retornaron los equinos a sus dueños, sabiendo que en esta ocasión, como sucedió en otras dos ocasiones,  no pudieron aunque quisieron, rescatar a los animales de una vida de maltrato.