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¿Quién dijo que el asador es cosa de hombres?Elisa Castillo y una tradición patagónica

El chivito al asador no tiene por qué ser cosa de hombres. Y de hecho, en nuestras zonas rurales no lo es. Se encarga aquel que tiene el tiempo. En la práctica, es una habilidad más de las que deben aprender en la organización familiar. Elisa Castillo, cipoleña por adopción, aceptó el desafío del primer encuentro de “mujeres asadoras de chivo” y se fue hasta Rincón de los Andes a representar la ciudad.

 

Yo nací en Curaco, a 50 kilómetros de Chos Malal. Ahí viví hasta los 16 años, y aprendimos con mis padres, mis hermanos. También participábamos en las veranadas”, contó la mujer. Por eso, cuando se enteró que la municipalidad rinconense hacía esa convocatoria de mujeres, no lo dudó. Con una amiga como ayudante, hicieron los 230 kilómetros hasta esa zona contra el río Colorado, en Neuquén, y participaron de un primer encuentro que todos esperan que se repita.

 

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Elisa destacó que se trató de “un honor volver ahí, estar haciendo asado con muchas mujeres, la mayoría del norte neuquino, que vive en el campo. Es una vida muy sacrificada. Para la gente que viene realmente del campo, es un sacrificio para ellas”.

 

También contó sus preferencias cuando está en su espacio: “para hacerlo elijo leña de jarilla. El que es del campo sabe así le da otro sabor a la carne de chivo. O la leña de piquillín. Acá compré leña de piquillín. En Rincón nos dieron leña de álamo”. Y contó que el secreto es “darle amor”.

 

 

Después aclaró que significa: “te tiene que gustar mucho, hay que tener ganas de estar llenándote de humo… es un ritual, para mi. Hacer un asado es una alegría. Y no te das cuenta del humo, el calor, el frío. Vas haciendo el asado con amor”. Y después contó otro gran secreto: no se puede “enseñar” a hacerlo; se va aprendiendo a medida que se hace.

 

“Tenés que estar ahí, verlo, sentirlo. Y así te vas a ir dando cuenta cuando le hace falta calor, le hace falta brasa o ceniza caliente”, precisó.

 

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Cuando llegaron a Rincón, se encontró con un inconveniente: el chivo estaba congelado. “Costó más de la cuenta, porque primero hubo que descongelarlo así que estuvimos como tres horas. Pero si es al asador lo podemos hacer en dos horas”, comentó.

 

Elisa expresó que “en la ciudad es más difícil hacer al asador. Es más fácil a la parrilla. Necesitás menos espacio, se gasta menos leña. En el campo es más fácil. Pero es cuestión de organizarse. Si una se organiza, se puede hacer”.


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