Ramón Geldres encaja perfectamente en la definición más conocida de psicópata: una persona antisocial, incapaz de sentir empatía con los demás, controlador y narcisista. Además, violento. Extremadamente violento. Condenado a cadena perpetua por el crimen de un comerciante en pleno centro de Cipolletti, resulta insoportable hasta para sus mismos pares de encierro. “Ya no sabemos qué hacer”, dicen fuentes del Sistema Penitenciario Provincial.

Ahora volvió a los Tribunales porque pidió “salidas controladas” para visitar a su madre, que se encuentra muy enferma. El pedido fue analizado a la luz de los diversos informes que se elevaron durante el proceso. Una pericia psicológica, que dictamina que no modifica en nada su conducta peligrosa. Los antecedentes por hechos similares: se consignó que en salidas anteriores se dedicó a visitar a algunos amigos y a hablar por teléfono. ¿La madre? Bien, gracias.

Pero también volvió a actualizarse su paso por las diversas unidades penitenciarias. En 2018, atacó e hirió de gravedad a un preso en la cárcel de Roca. Ese mismo año, intentó violar a otro recluso hasta que fue reducido por la fuerza. En 2019, los encausados de los dos pabellones tuvieron un asomo de motín y hasta quemaron colchones para exigir su traslado del penal. Ninguno quiere compartir la celda con el sujeto, por lo violento que suele ponerse. Y en una oportunidad le mostró los genitales al familiar de otro de los condenados.

Con semejante pasado, los jueces no tuvieron otra alternativa que prohibirles las salidas. Y además, tuvieron que resolver otras dos faltas que cometía el recluso: una, en las semanas previas a la audiencia. La otra, en el mismo día de hacerse presente ante los magistrados.

Geldres tiene un pasado de violencia. En 2013 cumplía una condena unificada a 17 años de prisión luego de varios robos con armas, ataques personales e intentos de fuga. A pesar de esos antecedentes, le concedieron salidas laborales. Oportunidades que aprovechaba para robar a los desprevenidos. El 6 de marzo de ese año, Geldres atacó a una mujer que transitaba por la calle Mengelle, entre Primera Junta y Saavedra. Los hermanos Claudio y Natanael Araya, vieron la situación desde el vivero que se encuentra en la esquina y trataron de intervenir.

Geldres los conocía: habían vivido pared de por medio durante muchos años. Pero no quería testigos: a cuchilladas se fue abriendo paso. Claudio murió por las graves heridas; Natanael permaneció varios días internado en terapia intensiva. Por ese crimen fue condenado a prisión perpetua.

Pero tampoco la cárcel consigue atemperar sus ánimos y su conducta violenta lo convierten en una de las personas más conflictivas del sistema penal provincial.