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Son sordos y adoptaron un niño con discapacidad

Son sordos y adoptaron un niño con discapacidad:

El vínculo de amor que ya había comenzado entre los padres y el pequeño se concretó de manera legal. En un fallo cargado de enseñanzas, una jueza de Roca le otorgó la adopción de un niño de 6 años a Jorge y Claudio, quienes saben perfectamente lo que es vivir con una discapacidad, ya que padecen sordera.

La pareja vive en Neuquén y desde hace unos meses que comenzaron los trámites para tener la adopción definitiva del niño que hasta los 4 años vivió en un hogar junto con otros 15 chicos que esperaban una familia, y que desde hace dos estaba viviendo en la casa de una familia sustituta hasta que existieran interesados en adoptarlo.

Los neuquinos se interesaron en el caso al ver un aviso en el que se buscaba una familia para este niño con varios problemas de salud como el escaso desarrollo del habla y poca motricidad en sus piernas y uno de sus brazos. Jorge y Claudio llevan diez años como pareja y sus deseos de ser padres estaban en paralizados hasta que supieron que había alguien que esperaba por ellos.

¿Por qué no estaban inscriptos en el Registro de Adoptantes, puesto que se trata de dos personas que tienen deseo de ahijar, la convicción de que la adopción era la forma de poder satisfacer este deseo y las condiciones personales para emprender esta tarea de un modo responsable? J (Jorge) y C (Claudio) habían intentado realizar los trámites para la inscripción en el Registro de Adoptantes de su Provincia (Neuquén) y nunca pudieron terminarlos porque se sintieron excluidos y porque no hubo predisposición por parte de quienes los han atendido para poder establecer una comunicación. Quizás esta sea una sensación personal de ellos, porque están acostumbrados a vivir en una sociedad que les impide el acceso a ciertos derechos

La jueza de Familia de Roca, Moira Revsin en su sentencia de adopción destacó que «la importancia que tiene el reconocimiento de los derechos de todas las personas, más allá de sus circunstancias, sus problemas de salud, sus condiciones sociales, culturales, económicas, de género o elección sexual, ya que todos somos personas con derechos».

«Sabemos que hay muchísimas personas sordas que son madres o padres y que se ocupan de un modo muy responsable del cuidado de sus hijxs, por lo cual esta condición (ni ninguna otra) puede ser excusa para impedirles la filiación adoptiva», reflexionó la jueza al tiempo que lanzó una crítica al sistema: «¿Por qué no estaban inscriptos en el Registro de Adoptantes, puesto que se trata de dos personas que tienen deseo de ahijar, la convicción de que la adopción era la forma de poder satisfacer este deseo y las condiciones personales para emprender esta tarea de un modo responsable? J (Jorge) y C (Claudio) habían intentado realizar los trámites para la inscripción en el Registro de Adoptantes de su Provincia (Neuquén) y nunca pudieron terminarlos porque se sintieron excluidos y porque no hubo predisposición por parte de quienes los han atendido para poder establecer una comunicación. Quizás esta sea una sensación personal de ellos, porque están acostumbrados a vivir en una sociedad que les impide el acceso a ciertos derechos»,  sentenció.

Encontrar unos padres para el niño comenzó hace unos dos años entre el Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos (RUAGFA), pero nadie estuvo interesado por lo que se abrió la búsqueda a otras provincias. Fue así que la pareja llegó a la Ciudad Judicial de Roca y planteó -en compañía de un interprete porque no existe en el Poder Judicial de Río Negro- que la imposibilidad de oír no era una limitante para la crianza de un niño.

En la sentencia de 16 fojas, la jueza criticó al sistema ya que los padres «recibieron mensajes de más de 150 personas de todo el país (que se enteraron por comentarios de boca en boca, porque no hubo difusión pública) que les pedían que les explicaran cómo habían podido obtener la guarda adoptiva de un niño. Estas personas son algunas de las que están hoy en día fuera del sistema, mientras tenemos colmadas las listas de los registros de adoptantes con personas que no tienen deseos o no están en condiciones para ahijar a un montón de niñxs o adolescentes que necesitan vivir con una familia».

En el proceso de adopción participaron psicólogos, trabajadores sociales, psicopedagogos y la Defensora Civil de Menores Elisabeth Quesada y la defensora oficial Ana María Streidenberger. Con los informes en su escritorio, la jueza Revsin se inclinó por los dos hombres al considerar que «por sus experiencias de vida eran dos personas que entendían muy bien lo que significaba vivir en una sociedad que muchas veces es hostil con las personas que no se encuentran en los estándares medios» y agregó que los papás «tienen muy aceitados los mecanismos para eliminar aquellas barreras que la sociedad tiene levantadas».

En el fallo la jueza describe que «notamos que ellos no sólo empatizan con la situación del niño, sino también lo comprenden y son grandes maestros para enseñarle cómo vivir en modo pleno».

El primer paso a favor de la adopción fue lograr la guarda pre adoptiva, para que luego de los procesos legales correspondientes, se les haya otorgada la sentencia definitiva por lo que ahora pueden decir que el niño es su hijo. Además, la jueza contempló que el niño pueda seguir en contacto con la familia sustituta que lo albergó durante un año y destacó que tanto la madre como sus tres hijos fue fundamental para su evolución.

 

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