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Tragedia: ¿por qué el río Neuquén inundó la costa llevando menos caudal que el permitido?

Tragedia: ¿por qué el río Neuquén inundó la costa llevando menos caudal que el permitido?

Cuando se realizó la privatización de las centrales hidroeléctricas, hace 30 años, se aprobó un marco regulatorio que imponía límites a las erogaciones que se podían realizar aguas abajo: entre 900 y 1.000 metros cúbicos por el Limay (aguas debajo del compensador de Arroyito); y hasta 600 metros cúbicos por el Neuquén (a partir del dique de El Chañar).

Al trazar la operación de la “atenuación de crecidas”, la Autoridad de Cuencas tuvo en cuenta esos máximos y autorizó la derivación de 550 m3/segundo. Dentro de los parámetros. Y sin embargo, provocó una severa inundación en las zonas ribereñas de las dos provincias. Desde Vista Alegre a Neuquén; entre Campo Grande y Cipolletti, las escenas se repitieron: familias evacuadas, viviendas anegadas, frio. En algunos barrios es imposible ingresar sin vehículos especiales.

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¿Qué ocurrió? Para Julio Porrino, gerente de Operaciones de la AIC, el problema es que luego de una década y media de sequía, el río no sólo modificó el curso sino que también cambió el cauce. “Se fueron depositando sedimentos; la vegetación fue avanzando; hubo movimientos de suelo. Todo impacta sobre el río y hace que para transportar el mismo caudal necesite más espacio”, explicó el ingeniero.

Durante 15 años de sequía, la actividad humana se fue aproximando al río, invadiéndolo en diversos sectores. Desde ocupaciones informales a barrios consolidados, fueron impactando sobre el curso de agua. En algunos casos, con defensas no autorizadas para tratar de proteger un sector, pero llevando el problema a otro lugar.

La naturaleza también hizo su aporte: la bajante permitió que afloraran tramos que antes eran lecho de río, sobre los que se fueron depositando sedimentos que después trajeron vegetación. Se extendió la línea de ribera y nacieron nuevas islas e islotes. Y así el Neuquén fue perdiendo capacidad de conducción. Pero el agua no se detiene: siempre busca otro lugar por donde pasar. Y fue provocando el anegamiento de los barrios costeros.

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En estos tiempos de incertidumbre, cuando no se sabe muy bien cómo se va a administrar las represas tras el vencimiento de las concesiones ni cómo hará la AIC para financiarse, hay actividades que se van postergando. A eso, hay que agregarle el crónico desfinanciamiento del organismo, que ni siquiera logra terminar de pagar los salarios de su escaso personal con recursos propios.

Lo que revela esta crecida (y lo reconocen los propios protagonistas), es la necesidad de realizar tareas de mantenimiento del río para que no vea modificada su capacidad de transporte. También advierten que esa planificación debe ser permanente y sostenida en el tiempo.

En resumen:



Gentileza anr
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