Las imágenes de anoche en los alrededores del estadio platense de Gimnasia y Esgrima, con los violentos incidentes y la represión de la policía bonaerense, causaron conmoción y preocupación. En una escala mucho menor, las canchas de la región han tenido tristes jornadas de escándalos, vandalismo y peleas varias.

El clásico local entre Argentinos del Norte y Deportivo Roca tuvo más de una tarde para el olvido. El último, en julio de este año cuando un grupo de hinchas de los “carceleros” golpeó a hinchas rivales, disgustados por la derrota de su equipo.

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El “Depo” y Cipolletti también han tenido sus enfrentamientos fuera de la cancha, en uno y otro estadio. La rivalidad, el carácter de “clásico”, el deseo de ganar, no pueden ser argumentos para recurrir a la violencia desde las tribunas.

La hinchada del “albinegro” no es precisamente un ejemplo de comportamiento: un historial de enfrentamientos con la policía, de disputas violentas por el liderazgo de la “barra”, agresiones a otras hinchadas y hasta ataques entre los distintos sectores internos.

Pero también existe la violencia en los torneos comerciales, aquellos en que el mejor incentivo es disfrutar de la competencia. En la Española, un partido terminó con un participante acuchillado e internado en el Hospital López Lima. En el torneo Don Pedro, de Cipolletti, un jugador le pegó una trompada al árbitro que quedó tirado en el piso y con convulsiones.

Los campeonatos infantiles también sufren estas olas de violencia absura, pero allí los protagonistas no son los futbolistas ni los barras: son los propios padres, los que mezclan sus frustraciones y sus broncas personales con el desarrollo de un encuentro de sus hijos.

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Por lo general, los violentos superan en número a la escasa organización policial que suele disponerse para estos cotejos. La consecuencia es que el único perjudicado termina siendo el espectador común, que había asistido para presenciar un espectáculo deportivo. Y el mismo club, que recibe una multa económica que exprime sus exangües finanzas. Argentinos del Norte, por ejemplo, tuvo una multa de más de 500.000 pesos luego de las agresiones de sus hinchas.

Tampoco le resultó “barato” a Cipolletti el enfrentamiento entre sus hinchas y la policía provincial, mientras disputaba un partido con Independiente de Chivilcoy por el Federal A. Una multa de 100 entradas general durante tres partidos; tres fechas sin público; y hacerse cargo de los gastos de traslado y estadía de la delegación visitante. Un ítem calculado en dos millones de pesos.

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El nuevo Código Contravencional de la provincia establece una serie de sanciones económicas y la realización de trabajo comunitario a quienes provoquen desórdenes o perturbaciones en los espectáculos públicos. Las multas se estipulan en Unidades que representan el 0,5% de un salario mínimo, vital y móvil vigente al momento de ocurrir los hechos.  Al día de hoy, esta sanción tiene una escala que varía entre los 136.000 pesos y los 2,7 millones de pesos.

El Código incluye la perturbación del normal desarrollo de una competencia; el orden del ingreso al estadio; el acceso al campo de juego o vestuarios sin autorización; el lanzamiento de líquidos, papeles encendidos, sustancias y objetos que puedan moletas a terceros; o exhibir banderas o símbolos de la otra parcialidad.

También se incluye a quienes inciten a la violencia o expresen conductas xenófobas o discriminatorias mediante carteles, megáfonos, altavoces o cualquier medio de difusión masiva. Y a quienes ingresen bebidas alcohólicas o estupefacientes.

Del otro lado del mostrador, deportistas, dirigentes, periodistas y cualquier protagonista de un evento deportivo, tendrán que moderar sus opiniones vertidas por cualquier medio público: pueden ser penados por incitación o alternación en el orden público.

Además, la policía tendrá más facultades para detener a quienes encuentre “in fragancia” cometiendo este tipo de actitudes, pero estipula que en 24 horas debe ser puesto a disposición del juzgado.