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Editorial: ¿Surfear o que nos tape la segunda ola?

Roca completó su primera etapa de vacunación contra el covid-19 en las horas finales del 2020, con un alto porcentaje de cobertura entre los trabajadores de la salud convocados.

La aplicación casi total de las 500 dosis que llegaron a la ciudad marcó un buen punto de inicio para el operativo de inmunización, aunque también dejó lecciones para las fases siguientes.

La más importante: no orientar las jeringas hacia un mismo sector en una sola jornada, porque los efectos adversos de la Sputnik V pueden complicar la atención diaria en el hospital o en los centros privados.

No se conocían hasta ayer cuadros graves en la ciudad, pero sí fue confirmado por responsables de la campaña que los servicios de cuidados intensivos tuvieron problemas para organizar su trabajo desde el jueves pasado, porque varios profesionales tuvieron fiebre y dolor muscular luego de recibir la vacuna.

Todo pasó casi inadvertido porque las terapias están lejos de la saturación, pero podría convertirse en un trastorno si la situación sanitaria empeora para el momento de la segunda dosis.

Ahora bien ¿estamos cerca de la segunda ola de covid-19?

Si se escucha a los mismos profesionales del hospital, que cuentan que la sala de internación general está otra vez cerca de su cupo máximo y que el consultorio de casos respiratorios tiene nuevamente un intenso ritmo de trabajo, el panorama no es auspicioso.

Si se observan las estadísticas oficiales, el número de 90 casos activos con el que cerró el sábado la semana epidemiológica 53, no habría una razón válida para el desánimo.

En Roca ya está claro que las cifras del Ministerio de Salud no son una fuente de confianza, máxime si se tiene en cuenta que durante las fiestas nuevamente hubo varios días sin reporte de nuevos casos.

Lo preocupante es que además de esas alteraciones, durante los últimos días también se conocieron situaciones en las que personas con diagnóstico positivo por PCR tuvieron un seguimiento “light” por parte del Estado, sin consultas específicas sobre el grupo conviviente ni los contactos estrechos.

Todo confluye entonces en una alta probabilidad de tener en la ciudad un subregistro de casos, algo que no sólo es negativo para la toma decisiones en tiempo real sino que también podría derivar en un impacto económico para muchas personas.

Es que si llega una segunda ola, los gobiernos deberán decidir qué hacer con la circulación en las rutas y ciudades, qué hacer con los comercios, con las empresas, con el transporte…

Y muy distinta sería la magnitud de un cierre general como el que vivimos antes del primer semestre del 2020 que el de esquema en el que sólo deban resguardarse los grupos de riesgo y las personas que aún no tuvieron la enfermedad.

Si el Estado conociera, a partir de un serio trabajo de testeo, quiénes son todos los alcanzados por el coronavirus que desarrollaron anticuerpos, seguramente el confinamiento sería atenuado y la economía de la ciudad no se vería resentida en forma profunda.

Para lograr ese escenario es indispensable que exista planificación y decisión de transparentar la información. Dos condiciones que hasta el momento no emergieron como signos distintivos de ningún gobierno.

Por: Hugo Alonso [email protected]

(Gentileza lacomuna)

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