Después de años de ir sembrando conciencia, los familiares de niños con trastorno del espectro autista lograron lo que parecía imposible: que los municipios fueran prohibiendo, paulatinamente, la venta de pirotecnia de estruendo. Estos chicos tienen hipersensibilidad auditiva y las explosiones les producen mucho estrés y miedo; llegando a autolesionarse. El Concejo Deliberante de Roca aprobó la ordenanza en ese sentido en octubre del 2020.

Desde ese momento, se intenta que petardos, cohetes y rompeportones no estén disponibles. Los éxitos son relativos. Por un lado, es real que “el ruido general” de la ciudad ha ido disminuyendo. Por otro, también es un hecho concreto que la pirotecnia de estruendo sigue existiendo. Sin ir más lejos: proliferaron durante los festejos por el triunfo de la Selección sobre Croacia.

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La municipalidad avisó que realizará operativos de rutina e inspecciones en comercios para garantizar que se cumpla con la normativa. Quienes apuesten por mantener alguna línea de venta “clandestina” pueden recibir una severa sanción: las multas varían entre los 85.000 y los 850.000 pesos en una primera oportunidad; y se pueden duplicar en caso de reincidencia.

Los vecinos que encuentren situaciones anormales pueden realizar la denuncia llamando a la central telefónica de la municipalidad (443 – 1400), o a la línea gratuita de reclamos y consultas: 0800 – 222 – 9742.

Mientras tanto, la llamada “pirotécnica lumínica” no alcanza a hacer pie en los hábitos de la sociedad. Para el usuario común, las alternativas suelen ser caras y suelen no resultar lo suficientemente atractivas. Especialmente si no hay un “ruido” que las acompañe. Para los comerciantes, ocurre algo similar: la inversión es alta, las ventas son pocas, y termina siendo un mal negocio. Como el año pasado, que para muchos terminó convirtiéndose en una pérdida.

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Muchos papás y mamás de niños autistas, por su parte, sienten alivio con estas normas y esperan que la sociedad siga concientizándose sobre el padecer de los demás. “Hasta hace unos años, la única alternativa que nos daban es que nos fuéramos a la barda; a un lugar alejado de la ciudad donde el entorno nos hiciera sufrir menos. No es algo justo. Por eso llevamos esta lucha y creemos que festejar sin pirotecnia es mejor para todos. Menos riesgo, menos gasto, menos problemas para los chicos”, apreció un padre.

Algunas familias tuvieron que llegar al extremo de “sedar” a sus hijos con autismo con alguna sustancia psicoactiva para evitar que sufrieran las consecuencias. Gastón D’Angelo, presidente de la asociación Faro Activo, lo relató en primera persona: su hijo tuvo dos crisis severas, que le duraron más de seis horas. Y en una, terminó convulsionando.

Por solidaridad, lo mejor es dejar de usar la pirotecnia de estruendo. El bolsillo, agradecido. Y los familiares, mucho más.